Viva la Ortografía Hispánica
Por: Francisco A. Marcos Marín
Miembro Correspondiente de las Academias Norteamericana de la Lengua Española y Argentina de Letras
Mi joven amiga bumanguesa, Laura, vuelve a escribir para saber qué pasa con la Ortografía, con mayúscula,es decir, el libro de la Academia, y la ortografía, con minúscula, o sea como todos escribimos cuando lo hacemos “sin faltas”.
Tengo que tranquilizarla: las Academias americanas han neutralizado el intento de la Española para imponer unos mínimos cambios que no solucionaban nada y abrían la caja de los truenos. Todo se ha hecho, como cabía esperar, de guante blanco y entre sonrisas. Se ha aprobado la nueva edición de la Ortografía. Es lo que dice el acta final. Hasta ahí, nada. Hay que mirar, como siempre, la letra pequeña, no del acta, sino de las intenciones.
La Ortografía no es precisamente muy sexy. Algo raro tenía que haber pasado para que algo tan poco popular levantase en pocos días tan gran polvareda. Lo primero que llamó la atención, sin duda, fue el tamaño: no sería sexy, en efecto; pero era “un cuerpazo”, ochocientas páginas. Un cambio enorme, si se piensa que la primera apareció entre los prólogos del primer diccionario, el de Autoridades (1726-1739), y la
segunda, ya en librito independiente, en 1741, con poquitas páginas, hasta la de 1999, con VIII (nómina, índice y prólogo) + 55.
Lo que verán los lectores es diferente de lo que se suponía que se iba a aceptar. Básicamente, nada nuevo.
Una serie de opciones que son más o menos lo mismo de 1999: pueden acentuarse
sólo cuando equivale a
solamente o el pronombre reflexivo
sí, al igual que el adverbio afirmativo y distintos de la conjunción condicional
si. Puede elegirse entre ve corta y be larga o entre uve y be. La
ye puede seguir siendo la
y griega y, para los muchos que ignoraban que
ch y
ll no son letras independientes, recordémosles que ya hace años que se reordenaron en el diccionario, de acuerdo al uso internacional, dentro de la
c y dentro de la
l. Dígase para consuelo de conocidos y preocupados amantes de la ortografía, que pensaban que sus apellidos desaparecían, caso de
Chávez; pero no, sigue, sólo que en la
c.
Para ese viaje, amiga Laura, no necesitábamos esas pesadas alforjas, que no interesan al público y que, sin duda encarecerán el precio de un libro que, sólo en México, puede vender fácilmente más de un millón de ejemplares y entre ciento cincuenta mil y doscientos mil en Colombia. Nada que objetar en ese sentido a una ayuda muy necesaria para las sufridas finanzas de las Academias. Se perdona el subterfugio.
Lo ocurrido es mucho más significativo en otros aspectos. El acuerdo no se ha firmado en Madrid, sino en Guadalajara, México, primer país hispanohablante y además defensor de la frontera más complicada de la lengua española actual, la de los Estados Unidos. El Dr. José Moreno de Alba merece un reconocimiento público por su labor, paciente y generalmente oscura. La oposición al borrador inaceptable de la Ortografía fue dirigida, al menos de cara al público, por la Academia Argentina, cuyo Presidente, el Dr. Pedro Luis Barcia no ahorró esfuerzos, ni siquiera metáforas, para aludir a lo que consideró excesos de la Española y su Director.
Es posible, Laura, dígase con cuidado, que sólo quienes llevamos toda la vida trabajando por la lengua hispana alcancemos a ver la dimensión abierta por este cambio. Las Academias parecen moverse muy despacio; sin embargo, si se mira lo conseguido, el mantenimiento de la unidad de una lengua hablada por muchos millones en un tercio del mundo, sus resultados son excelentes. Y es que, a la larga, en la Historia de la Humanidad, siempre se avanza, los retrocesos son momentáneos y aparentes.
El eje del español está en América. Es verdad que no hay un español latinoamericano diferente del europeo
un argentino puede compartir cosas con España y no con México, un mexicano o un colombiano igual. En otras, colombianos y peruanos irán juntos y se diferenciarán de chilenos y cubanos. No importa, cualquier hispanohablante que pueda leer un diario puede leerlo, se publique en Puerto Rico, Bucaramanga, Laredo, Córdoba o Barcelona, siempre que esté en español. Algunas palabras (igual que las viñetas humorísticas con los políticos locales) no le serán familiares; pero no le impedirán la comprensión. Ahora hace falta un nuevo esfuerzo para lograr una nueva síntesis. Podría ser que se usara la grafía de
s por quienes no pronuncian la
zeta del centro y norte de España (tampoco de toda ella). Estas diferencias se aceptan en lenguas mucho más complejas ortográficamente, como el inglés, en los sufijos
–ise / -ize, en Gran Bretaña y los Estados Unidos, respectivamente. Que quien duda pueda escribir s acabaría con muchas zetas antietimológicas que aparecen en América por lo que se llama “el fetichismo de la letra”, porque poner una zeta parece implicar (erróneamente) un cierto pedigrí.
Poco a poco. Tras este primer triunfo, modesto, pero profundo, ha llegado la hora de proponer una auténtica ortografía hispánica: no una concesión, sino una realidad propia, bien ganada tras dar a la lengua española buena parte de su brillo y su esplendor culturales, literarios y, en ese gran mercado, económicos.
Publicado en
El Frente, Bucaramanga, Colombia, el miércoles 1 de Diciembre de 2010 y de nuevo el sábado 18 de Diciembre de 2010