Monday, July 6, 2015

El mito del vascuence o euskera como lengua prerromana en Hispania

Plinio el Viejo
El análisis del paisaje lingüístico medieval puede añadir luz sobre algunas cuestiones enrevesadas de los filólogos. Una de ellas es la de la migración de los vascos hacia el actual territorio de la Comunidad Autónoma Vasca o Euskadi, al oeste de los Pirineos, en época medieval. El término utilizado es vasconización tardía. Se trata de un conjunto de hipótesis en las que se sostiene que a fines de la Edad Antigua o comienzo de la Edad Media se habría producido un desplazamiento de los vascones  hacia el oeste. Los territorios ocupados fueron los correspondientes a várdulos y caristios, quienes habitaban la mayor parte de la actual Comunidad Autónoma del País Vasco en época prerromana y romana. Ni está probado que várdulos y caristios hablaran euskera, ni que hubiera vascohablantes al suroeste de los Pirineos en época romana. También habría que distinguir vasconización (ocupación de un territorio por los vascones) de euskaldunización (extensión del euskera a un territorio), porque ha aumentado el número de autores que sostienen que los váscones o vascones no hablaran euskera originalmente y que lo aprendieran como consecuencia de la penetración de pueblos euskéricos al sur de los Pirineos a principios de la Edad Media. Desde la más antigua referencia, en el historiador romano Plinio el Viejo, está clara la diferente distribución socio-política de várdulos, caristios y vascones para la administración romana. 


Cromlech de Adiko Soro, Eugi, Navarra
Se sabe, desde antes del siglo XVIII, que lo que se hablaba en la mayor parte del actual territorio vasco-español eran lenguas indoeuropeas, hoy se puede añadir que precélticas, sobre todo, con presencia celta posterior. Francisco Villar y Blanca María Prósper  (Vascos, celtas e indoeuropeos: genes y lenguas, Salamanca: Universidad de Salamanca, 2005: 511) dejan claro que el 64% de la toponimia del País Vasco y Navarra corresponde a su sustrato lingüístico más antiguo y que este sustrato corresponde a una lengua indoeuropea “bastante más arcaica” que el celta.  Pertenecen a este estrato, difícil de analizar en capas, los nombres de los ríos Aturia, Sauga, Saunium, Menosca, Nerva. En cuanto al río Deva, “es probablemente celta.  No hay ningún nombre de río ni ibero ni euskera”. El paisaje lingüístico está claramente configurado en este caso por la toponimia y desde 1965 se puede vincular, para el celta, con el mapa antroponímico de Untermann, todo ello bien documentado por Martín Almagro Gorbea (“Etnogénesis del País Vasco: de los antiguos mitos a la investigación  actual”, MUNIBE (Antropologia – Arkeologia) 57, Homenaje a Jesús Altuna, 2005, 345-364; y Los orígenes de los vascos. Lección de ingreso como amigo de número leída el día 24 de junio de 2008, Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, Madrid, 2008). Esta referencia lingüística se complementa arqueológicamente con el oppidum celta de Iruña Veleia y con los crómlechs (primer milenio a. C., Edad del Hierro). Un crómlech es una estructura lítica formada por un círculo delimitado por piedras (en número y tamaño variables) clavadas en el suelo, se relaciona también con estructuras arqueológicas indoeuropeas. La penetración de francos en el territorio en los siglos VI y VII está bien documentada histórica y arqueológicamente, al igual que los contactos con Aquitania y la zona norpirenaica desde donde se habría producido esa euskaldunización tardía.

La posición tradicional de los historiadores del español ha sido situar la lengua vasca entre las lenguas prerromanas, sin excepciones. La cuestión, sin embargo, está muy lejos de ser resuelta y, como se señala en un reciente estudio que resume y matiza las diferentes posturas previas (Abaitua Odriozola, Joseba y Mikel Unzueta Portilla,2011: «Ponderación bibliográfica en historiografía lingüística. El caso de la “vasconización tardía”», Oihenart, 26, 2011, 5-26: 6), “los expertos que podemos denominar “externos” (o alógenos) apoyan sin ambages y de manera unánime la teoría de que los territorios actuales de Álava (con Treviño), Vizcaya y Guipúzcoa fueron vasconizados en época tardoantigua. Contrariamente, los autores que denominamos “internos” (o locales) se dividen entre quienes optan por una matizada discrepancia y quienes se refugian en la ambigüedad o el silencio”.
Naciones hispanas según Gómez Moreno

Por la importancia que tiene el cambio de perspectiva, conviene precisar dos términos. El primero de ellos es el de vascones, que, aunque conocido desde la Antigüedad (Estrabón, Livio, Plinio y otros), “solo comenzó a asociarse con la lengua vasca en época altomedieval (siglos VI-VIII)” (ibid.). Los testimonios anteriores de los vascones “exhibían de manera predominante rasgos lingüísticos de tipo celtibérico (y solo exiguos indicios de vasquidad)”. El segundo es el de vasconización (ibid.), “aunque con rigor habría que hablar de aquitanización o euskerización (o también vasquización)”. No se trata de algo nuevo, pues ya Manuel Gómez-Moreno había advertido del carácter celtíbero de supuestos términos vascos y precisado («Sobre los iberos y su lengua», Homenaje a Menéndez Pidal, III. Hernando, Madrid, 1925, 475-499: 477):

“Las modernas provincias Vascongadas, con el distrito de Estella en Navarra, no varían de sus colindantes occidentales por el aspecto de las estelas votivas y funerarias, símbolos, nombres, etc., en cuanto mantienen caracteres de su modalidad indígena. Sobre todo la nomenclatura personal admite comparaciones de valor definitivo, probatorias de que allí vivían gentes de raza cántabro-astur, sin el más leve rastro de vasquismo perceptible”.


La Bureba
“No cabe relacionar, por tanto, a los pueblos prerromanos (vascones, várdulos o caristios) con los dialectos del euskera ya que ambas realidades están separadas, al menos, por seiscientos años de Historia (Abaitua y Unzueta, 2011: 22-23)”. El proceso, en síntesis muy escueta, habría sido el siguiente: la lengua vasca es una lengua pre-indoeuropea que estaba en uso desde la Edad de Bronce (antes de 1200 a JC) en su territorio de procedencia. Este territorio era relativamente amplio y se situaba al norte de los Pirineos. A principios del siglo VI se había producido ya un desplazamiento de parte de esa población hacia el área de Pamplona, de donde se extendió hacia Vitoria y, desde allí, hacia el norte y el sur. Los préstamos de las hablas romances se presentan en todos los dialectos, lo que indica que se produjeron en el período medieval, a partir del siglo VI, y que el proceso de diferenciación dialectal del vascuence fue posterior. “El proceso de expansión es relativamente corto, acotable entre los siglos VI al XII, y en el que pueden concurrir diferentes dinámicas y acontecimientos que propiciaran movimientos de población (y de su lengua asociada); no debiéndose a un solo motivo histórico. Hechos como el repliegue visigodo a las tierras peninsulares tras la derrota de Vouillé (507), que tuvo que suponer el traslado de otros contingentes humanos asociados; las incursiones merovingias, francas y visigodas; la acción de la Iglesia; los levantamientos vascones, el origen y consolidación del reino de Pamplona; las políticas de repoblación medieval y otras fueron probablemente la causa múltiple del desplazamiento” (Abaitua y Unzueta, 2011: 24 y Figura 3). Es posible que, en 711, el rey visigodo Rodrigo estuviera luchando en el área de Pamplona contra estos nuevos pobladores, o contra los francos que los empujaban, cuando se produjo la conquista musulmana. En todo caso, los bereberes, hablantes de variedades del latín africano o afrorrománico, que se instalaron en la zona de la Bureba a partir del siglo VIII, se encontraron con el avance hacia el sur de esta emigración euskérica, lo que tuvo consecuencias mayores de lo supuesto hasta ahora en el romance de la zona y, por ende, en los orígenes del español. 

Este texto forma parte de la serie dedicada a la Lingüística y sus mitos, que consta ya de:
Un juego, números y el mito vasco de pureza lingüística.
Los apellidos vascos: realidad y mito.
Expresiones lingüísticas de los mitos étnicos.
Mitología de las lenguas en general, el mito biologicista,
Un mito etnolingüístico: la palabra moro,
El latín africano y el mito del beréber irredento,
a los que se podrían añadir:
¿Desciende la curva de los estudios de español en los EUA? (sobre algunos mitos del español de los Estados Unidos),
Lingüística y Pragmática,
Etimologías populares,
e incluso

Identidades árabes y musulmanas en la obra de Miguel de Cervantes.