Tuesday, February 13, 2024

El cristianismo y su interpretación musulmana como asociacionismo

Las relaciones entre el cristianismo oriental y los orígenes del islam en el siglo VII implican cuestiones complejas que pueden clarificarse si se las sitúa en un contexto adecuado. El primero de ellos podría partir de una reconsideración del marco general que, para el cristianismo, se situaría entre los siglos IV y VI. En esta época pasa de ser una religión perseguida a ser una religión oficial, con lo que ello implica en lo concerniente a su relación con el poder. No sólo se establecerá en todo el Mediterráneo, sin apenas oposición de los restos de paganismo, sino que se desarrollará hacia Oriente y, por la ruta de la seda, llegará hasta la China. Un siglo después, el siglo VII, la situación cambiará drásticamente, con la aparición de una religión que, en principio, se considerará una variante más entre las sectas judeocristianas; pero que se convertirá en una nueva religión e incluso en un nuevo modo de vida, el islam. Entre islam y cristianismo hay muchos puntos de contacto y también muchos de discrepancia.

Nos detendremos en el que quizás sea más importante, la visión que los musulmanes tienen del cristianismo como asociacionismo, como una religión en la que se asocian a Dios personajes respetados por el islam, como la Virgen María y, sobre todo, se asocian como Dios dos Divinas Personas más, Jesús y el Espíritu Santo. Lo que para los cristianos es el misterio de la Santísima Trinidad: un solo Dios y tres Personas Divinas, lo ven los musulmanes como si fueran tres dioses o Dios con dos asociados. Esta concepción, que es la que se transmite en el Corán, el libro sagrado del islam, debe tener una explicación. Para encontrarla es necesario hacer un repaso de la evolución del cristianismo en los siglos anteriores, como teoría y como población localizada en una ubicación que permitiera un contacto asiduo con los sarracenos. 

Lo que hoy día son la iglesia católica romana, las protestantes y las iglesias ortodoxas niceanas, como la griega o las eslavas, estaban unidas durante todo este período. Algunas iglesias orientales, ya se verá cómo y por qué, se separaron antes. Esas primeras iglesias orientales separadas tuvieron un mayor contacto con el islam inicial. Para una mejor comprensión se propone seguir un orden cronológico. Se resumirá primero lo fundamental de la doctrina cristiana referida a Jesús, tal como se aprobó en los concilios de Nicea (325), Éfeso (431) y Calcedonia (451). El cristianismo obtuvo la consideración de religión tolerada por el imperio a principios del siglo IV y el emperador Constantino intervino en la decisión de convocar el primero de ellos. Se declaró religión del Estado más de medio siglo después del concilio de Nicea, el 27 de febrero de 380. El emperador romano de Oriente Teodosio (347-395) firmó, en presencia del emperador romano de Occidente Valentiniano (371-392) y su co-gobernante medio hermano Graciano (359-383) el decreto “Cunctos populos” y estipuló un castigo a quienes practicaran cultos paganos. 

El concilio de Nicea (hoy Iznik, Turquía) fue el primer concilio ecuménico (que quiere decir ‘mundial’) cristiano. A él se debe la primera redacción del Credo. Para lo relativo a las Personas importan las conclusiones de que el Hijo había sido "engendrado" por el Padre desde el propio ser, la propia esencia del Padre y, por lo tanto, no tenía principio. Jesús, Cristo, el Hijo de Dios, tiene una doble naturaleza, humana y divina. En consecuencia Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre. Se descarta por ello la tesis de que Jesús habría sido “adoptado” por el Padre, no propiamente hijo. Como no aceptaron esta definición de Jesús como Hijo, se separaron los arrianos. 

En cuanto al Espíritu Santo, hubo que esperar hasta el Concilio de Constantinopla en 381 en el que se acordó que el Espíritu Santo era consustancial (de la misma sustancia) con Dios Padre y Dios Hijo y empezó a perfilarse la doctrina trinitaria. En 431 en Éfeso se precisó, literalmente, “que las naturalezas que se juntan en verdadera unidad son distintas, pero que de ambas resulta un solo Cristo e Hijo; no como si la diferencia de las naturalezas se destruyera por la unión, sino porque la divinidad y la humanidad constituyen más bien para nosotros un solo Señor y Cristo e Hijo por la concurrencia inefable y misteriosa en la unidad”. Entonces se separaron los nestorianos. Este grupo, cuya incidencia en el cristianismo actual es muy pequeña, tiene la importancia histórica de haber sido, como iglesia asiria, el que llevó el cristianismo por el interior de Asia, desde Persia hasta la China. 

En 451, en Calcedonia, se aprobó que “ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hebr. 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo”. No lo aceptaron los defensores de una única naturaleza en Cristo, los monofisitas, quienes se separaron. A finales del siglo V uno de los ancianos de Constantinopla, Eutiques, había propuesto que la naturaleza divina de Cristo absorbía a la humana: ambas se unían en una única naturaleza. 

El griego mono(s) ‘única’ + fysis ‘naturaleza’ origina el término monofisita. Una variante del monofisismo es el miafisismo (mia ‘uno’ en griego), que no defiende la absorción de la naturaleza humana por la divina, como los monofisitas, sino que la naturaleza de Jesús es única, divina y humana, en unidad: "única naturaleza del Verbo encarnado", según Cirilo de Alejandría (370-444). La polémica sobre el monofisismo y su rechazo tuvo singular importancia. Pese a tal rechazo se convirtió en un concepto básico para grandes iglesias orientales. Para ciertos grupos, se constituyó en un trideísmo, defendido por teólogos como Juan Filópono y dominante en ciertas regiones del mundo cristiano, como el Sur de Arabia y el Yemen. Esta evolución es la que se considerará con mayor atención, pues explica la percepción del cristianismo en el Corán. La unidad de Dios permanece, aunque en los miafisitas tendrá matices. 

Un punto central fue aclarar la naturaleza de los miembros de la Trinidad, especialmente de la Segunda Persona, el Hijo, Jesucristo. Dios y Hombre verdadero, sí; pero ¿cómo? Una primera distinción se da entre esencia y naturaleza. Una diferencia podría definirse como que la esencia es el "principio de ser", mientras que la naturaleza sería el "principio de hacerse". (Soy consciente de que simplifico mucho una distinción relativamente moderna, que Kant tomó de Wolff). La combinación de esencia y naturaleza constituye al ser. El ser de Jesús, en la doctrina cristiana católica ortodoxa, está constituido por su esencia divina (Jesús es Dios) y su doble naturaleza, divina y humana, en una sola persona. En ningún momento dejó de ser plenamente Dios y en todo momento fue plenamente hombre (fue concebido, nació, vivió, murió). Nunca perdió sus propiedades ni su carácter individual. 

Un cuadro puede resumir las ideas principales sobre la naturaleza de Jesús de los cristianos, los niceanos y aquellos con los que los musulmanes tuvieron mayor contacto en el momento de formación del islam. 

 

Cristianismo ortodoxo o niceano (325)

Cristianismo heterodoxo monofisita

doble naturaleza, divina y humana, unidas en Una persona.

una naturaleza, la divina absorbe a la humana. Una persona.

(iglesias siríaca, copta y armenia).

Heterodoxos desde Calcedonia (451).

Cristianismo heterodoxo nestoriano

El monofisismo en algunos grupos evolucionó a cristianismo heterodoxo miafisita.

doble naturaleza, divina y humana. Separadas en dos personas.

Heterodoxos desde Éfeso (431).

Jesús, el Verbo encarnado, es plenamente divino y plenamente humano, en una naturaleza, una persona.


 La discusión se centró en si Jesús, el Verbo encarnado, era realmente hombre y realmente Dios y si lo humano en Él era realidad total o simple apariencia que encubría una naturaleza divina. En el cristianismo actual la discusión sobre la doble naturaleza es secundaria y prevalece en cambio el concepto de una persona, la divina. Jesucristo es Dios, es la Segunda Persona de la Trinidad. Para el islam, en cambio, Jesucristo es un gran profeta, venerado como tal; pero no es Dios y no se puede asociar con Dios de ninguna manera. Además, el islam interpreta la Trinidad no sólo como una asociación y ya por ello inaceptable, sino como una propuesta de tres dioses y por ello totalmente rechazable, opuesta al primer principio del islam: “No hay más Dios que Allah (‘Dios’)”. Puede ser también compleja la discusión de si Allah es ‘Dios’ o si se trata del nombre de Dios. Un nombre tomado de la tradición politeísta semítica. Sin entrar en esa discusión, lo que importa es que el islam se ve como estrictamente monoteísta y ve a los cristianos como los que asocian al Padre, al Hijo y al Espíritu, como si fueran tres dioses o tres divinidades.

(continuará...)