Thursday, March 28, 2013

Agua, riego y comunidad en España y Tejas


View of the Patio de la Acequia in the Palacio del Generalife, part of the La Alhambra complex in Granada, Spain. - stock photo
Patio de la Acequia. Granada, Generalife.


El registro arqueológico, el registro de los restos, es útil para la explicación histórica, que incluye, naturalmente, la de historia lingüística. Por ejemplo, Thomas Glick ha podido relacionar métodos de irrigación organizados tribalmente, tal como se practican ahora en diversos lugares del mundo, con sistemas hidráulicos medievales, que hoy pueden, en algunos casos, estar abandonados en Europa y tener continuidad en ciertas regiones de América. También es preciso tener en cuenta que el agua se asocia a la tierra, es decir, la propiedad de la tierra implica la propiedad de una parte del agua o, si se prefiere, el derecho a usar una tanda de riego, la que se haya establecido como necesaria. El sistema hidráulico que se considera incluye no sólo la captación, almacenamiento y distribución por acequias, sino el aprovechamiento pre-industrial, por molinos de agua o aceñas. Se sabe que en al-Andalus se regaba de acuerdo a uno de estos dos sistemas o a la combinación de ambos: bien llevando el agua a los terrenos individuales por canales, que se estructuraban por la gravedad y que partían de un río o de una fuente o bien elevando el agua hasta el nivel del campo por una rueda hidráulica movida por un animal. En la combinación, era el agua de un río o un canal la que podía mover la rueda. En todo sistema de riego en regiones donde el agua es escasa el enfrentamiento mayor se da entre los regantes de cabeza y los regantes de cola. La solución es el establecimiento de turnos y de controles que eviten el robo de agua. La organización y el control del agua en al-Andalus eran tribales y locales, respectivamente, no había una ley general. El agua se toma de una fuente o de un embalse que la capte y se distribuye mediante la acequia. Como parte de la estructura se incluye un molino. 

Acequia y Molino de la Misión San José (San Antonio, TX)

Recuérdese que en la Edad Media ibérica todos los molinos son hidráulicos, los molinos de viento se implantaron como consecuencia de las relaciones con Flandes a partir del siglo XVI y todavía para Cervantes eran unos elementos monstruosos, rompedores del paisaje, contra los que hace luchar a Don Quijote. En la  Cataluña feudal el molino recibía el agua de la cabeza, mientras que en al-Andalus lo habitual era que la recibiera de la cola. Es decir, la molturación, derecho del señor, era primordial en el primer caso, mientras que, en el segundo, en el que la molturación no era privilegio señorial, era subsidiaria del riego: lo más importante era la producción. Los molinos andalusíes podían pertenecer al modelo comunal o al privatizado.

Un tipo andalusí del paisaje hidráulico transformado, agrícola, se inicia en el Yemen, es decir, incluye a hablantes árabes sudarábigos. El paisaje correspondiente, en el Yemen, está relacionado con la retención del agua de escorrentía, mediante unos complejos mecanismos de captación que la van derivando hacia embalses cerrados por diques. Estos mecanismos, según Glick, son tan complejos como los que se desarrollan para captar el agua de fuentes. La investigación arqueológica correspondiente ha sido desarrollada por Miquel Barceló, quien establece una relación entre una kunya o alcurnia yemení, los Banu Ru’ayn y cierta toponomástica arábiga y andalusí: Binirroi (Mallorca), Biniarroi (Menorca), Benirroym (Ibiza), Beniaroaym (Vall de Gallinera, Alicante). Analiza también la imposición del modelo sirio y habla incluso de una “sirianización del paisaje” como fenómeno generalizado en la primera época del emirato Omeya. Este tipo de paisaje hidráulico se puede observar, en España, en la zona levantina y se ha extendido a las Baleares.
La distribución del agua está relacionada con una amplia terminología. Un modelo está relacionado con un préstamo del árabe al léxico agrícola, la dula, dawla en árabe clásico. El término es empleado en el sistema yemení de riego, en oasis saharianos, en el sur y sureste de España y en Canarias. En su estudio del Atlas Lingüístico de Andalucía, Julio Fernández Sevilla documentó dula en algunas localidades de la provincia de Granada, frente a la palabra más frecuente, tanda, que es otro arabismo (< tanẓīm, ‘disposición en serie, regulación’). El sistema de riego y su terminología se llevó a Canarias y, muy posiblemente desde allí, llega a San Antonio, Tejas, de la mano de los fundadores canarios de la ciudad tejana, el 9 de marzo de 1731. 

Acueducto de la Misión Espada (San Antonio, TX)
Desde el punto de vista del paisaje, se relaciona con la utilización de acequias para el riego y para mover molinos hidráulicos, en una alternancia que tiene que estar bien regulada y que se sigue regulando, de acuerdo con el sistema andalusí, localmente. La dula es, precisamente, el sistema de regulación, el turno. En la dula a la valenciana el regante, dentro de su turno, toma el agua que quiere. San Antonio sigue un sistema diferente del valenciano, el sistema canario de Tenerife, y la dula equivale allí a un día de agua. También, por cierto, desarrolla un uso específico, que no encuentro explicado, aunque sí citado, en otros lugares, el de “una medida de tierra, equivalente a la suerte”, quizás la tierra que se podía regar con una dula. La propiedad de la tierra, como ya se dijo, está vinculada al derecho a disponer del turno correspondiente de riego.
 
Misión San Juan (San Antonio, TX)
El paisaje hidrológico se asocia con unos elementos lingüísticos que lo configuran desde su origen sudarábigo hasta la realidad tejana, viva desde el siglo XVIII hasta hoy, pasando por al-Andalus y Canarias. Esos elementos configuran un paisaje lingüístico de origen árabe y desarrollo andalusí e incluyen designaciones antroponímicas, toponímicas y términos técnicos del riego, como tanda o dula. La vinculación del paisaje y la lengua es tan fuerte que, en las zonas en las que se han destruido las acequias al sur de San Antonio, en el área de la Misión San Juan, la comunidad original se ha disgregado, mientras que donde se han mantenido, en el área de la Misión de San Francisco de Espada, la comunidad, con su lengua hispana, también ha pervivido. Muchos siglos después, por lo tanto, la Edad Media peninsular proyecta un paisaje que se originó en el Yemen, se consolidó en parte de Al-Andalus y continúa en su reflejo sobre las Indias.