Tuesday, November 24, 2015

Napoleón, Trubetzkoy y el árbol de Navidad

Francisca de Guzmán y Portocarrero
El amor secreto de don José Osorio y Silva, duque de Sesto, por Francisca de Guzmán y Portocarrero, duquesa de Alba, fue el motivo último del intento de suicidio de la hermana de la duquesa, Eugenia de Montijo, quien estaba enamorada del duque y, al saberse no correspondida, intentó matarse ingiriendo una cocción de fósforo. Antes de llegar a este momento cronológico, conviene tener en cuenta otros detalles.
La casa de Beauharnais, originaria de Orleans, se remonta a Guillermo de Beauharnais, señor de Miramion y de la Chaussée, en 1398. Uno de sus descendientes, el general Alejandro, vizconde de Beauharnais, presidente de la Asamblea Nacional, fue muerto en la guillotina en 1794, durante la revolución francesa. Dejó viuda a Marie-Josèphe Rose Tascher de la Pagerie, con quien se había casado en 1780 y que se había separado de él en 1783. Marie-Josèphe, más conocida como Josefina, se casaría en 1796 con Napoleón I y sería Emperatriz de los franceses. Procedía también de una familia originaria de Orleans. Sus antepasados habían sido en 1309 señores de Garges y se convirtieron primero en condes y después en duques de Tascher de la Pagerie, por nombramientos del primer Imperio de los Bonaparte. Alejandro y Josefina habían tenido dos hijos, Eugenio y Hortensia.
Hortense de Beauharnais
Hortensia de Beauharnais y Tascher de la Pagerie, nacida el 10 de abril de 1783, fue duquesa de Saint Leu. Se casó con el príncipe Luis Bonaparte y Ramolino, hermano de Napoleón I, y fueron reyes de Holanda. Su hijo, Napoleón III, casó con la noble española ya mencionada, doña María Eugenia de Guzmán Portocarrero y Kirkpatrick, marquesa de Ardales, Osera y Moya, condesa de Baños, Teba, Ablitas, Mora y Santa Cruz de la Sierra, vizcondesa de la Calzada, varias veces Grande de España, hija de los condes de Montijo. Napoleón III y Eugenia tuvieron un único hijo, el príncipe Eugenio Luis, que se alistó en el ejército inglés que partía para la Zululandia, donde encontró la muerte, cuando sólo contaba 23 años de edad.
La hija de Josefina y abuela de Eugenio Luis, Hortensia de Beauharnais, tras quedarse viuda, tuvo un hijo con el general Augusto Carlos de Morny, conde de Flahaut, quien pasa por ser el más destacado de los hijos naturales de Charles Maurice de Talleyrand, célebre estadista autor del artículo VI de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: La ley es la expresión de la voluntad general. [...] Debe ser la misma para todos, sean quienes la protegen, sean quienes ella castiga[....]. Ese hijo de Augusto Carlos y Hortensia, Carlos Augusto (medio hermano por tanto de Napoleón III), fue nombrado duque de Morny por real despacho de 9 de julio de 1862 y destacó durante el segundo Imperio, en cuya administración fue ministro del Interior, presidente del Cuerpo Colegislador y embajador de Francia en San Petersburgo. Allí conoció a la opulenta princesa rusa Sofía de Trubetzkoy, hija del príncipe Sergio de Trubetzkoy, aunque la murmuración cortesana achacaba tal paternidad al zar Nicolás, no a su hijo Alejandro II (1818-1881), por razones de edad, aunque éste sí fuera todo un don Juan. Se casó con ella el 7 de enero de 1857.
Sofia Trubetzkaia
La familia de los príncipes de Trubetzkoy descendía de Demetrius I Starshiy, hijo de Algirdas de Lituania, señor de las ciudades de Bryansk y Starodun. El ilustre antepasado murió junto con sus hijos mayores en la batalla perdida en el Río Vorskla.  Sus descendientes gobernaron la ciudad de Trubetzk hasta los años en torno a 1530. En ese momento fueron conminados a convertirse al catolicismo o dejarlo todo y afincarse en Moscú. Escogieron permanecer en el cristianismo ortodoxo y fueron recibidos con gran pompa por el rey Basilio III de Rusia. De esta estirpe salieron algunos de los más distinguidos generales y políticos del Imperio de los zares, con gran influencia en el desarrollo de la francmasonería en Rusia. De una rama de la familia descendía Sofía, de la otra interesa destacar al que fue, años después, el gran lingüista Nicolás Sergueievich Trubetzkoy, quien desarrolló la parte más importante de su trabajo en Viena, entre 1922 y 1938, con incidencia directa en la formación del llamado Círculo de Praga y la creación del estructuralismo. Es el fundador de la moderna Fonología o ciencia de los fonemas.
Nicolás S. Trubetzkoy
Los fonemas son las unidades menores de la expresión, que sirven para distinguir; pero carecen de significado. Hoy sabemos que pera se distingue de pesa gracias a la diferencia entre el fonema /r/ de la primera, frente al fonema /s/ de la segunda. Otro Trubetzkoy, por cierto, Paul, coetáneo del príncipe Nicolás, es el autor del retrato esculpido en bronce a la cera fundida de Matías Errázuriz Ortúzar, que se conserva en el Museo de Artes Decorativas de Buenos Aires, en el palacio Errázuriz, donde también se hallan al menos un par de tapices de la colección de los Duques de Sesto. En el mismo edificio se encuentra la Academia Argentina de Letras.
Sofía de Trubetzkoy, que había enviudado del duque de Morny en 1865, se casó en 1868 con el duque de Sesto. Ella tenía treinta años y cuatro hijos, Charlotte, Auguste, Serge y Mathilde; él tenía ya cumplidos los cuarenta. Se la consideraba entonces una de las damas más bellas y elegantes de Europa.
José Osorio y de Silva
Don José Osorio y de Silva, hijo de Nicolás de Osorio y Zayas y de Inés de Silva, hija de los marqueses de Santa Cruz, heredó, al morir su padre, además de una cuantiosa fortuna, los títulos de Duque de Alburquerque, de Algete y de Sesto y los marquesados de los Balbases, de Leganés y de Alcañices. Utilizó siempre el título de duque de Sesto y el marquesado de Alcañices quedó unido a su nombre, de modo que en Madrid se le conoció como Pepe Alcañices. A los 28 años había sido Alcalde de Madrid, también fue Gobernador de la provincia. Cambió la ciudad y los pueblos con muchas obras públicas. Sólo en 1863 cabe mencionar la habilitación del edificio destinado a educación correccional, la adquisición de los terrenos necesarios para el ensanche del Paseo de Recoletos y de la Fuente Castellana así como para las obras de reparación y mejora del matadero de la Puerta de Toledo.
Siendo alcalde de Madrid hizo publicar un bando por el que se prohibía hacer aguas menores bajo multa de dos pesetas, cifra de cierta importancia en la época. Con ello pretendía extirpar tan fea costumbre que, desgraciadamente, se ha vuelto a extender por nuestra ciudad en estos días que vivimos. Con dicha orden fueron puestas placas en las calles que duraron mucho tiempo. Todavía recuerdo una, quizás en la plaza de las Comendadoras, cerca de la calle de Amaniel. Rezaban:
"Prohibido hacer aguas menores bajo multa de dos pesetas".
El pueblo madrileño sacó pronto la copla:
“Dos pesetas por mear,
¡carajo!, ¡qué caro es esto!,
¿qué pedirá por cagar,
el señor Duque de Sesto?”
El duque había sido, como ya se dijo, el gran amor de Eugenia de Montijo, es decir, de la nuera de Hortensia de Beauharnais, madre del primer marido de su esposa. Todo ello, por supuesto, había ocurrido antes del traslado de Eugenia a París y los acontecimientos que la llevaron a convertirse en Emperatriz.
Sofía de Trubetzkoy, al llegar a España como duquesa de Sesto, deslumbró en la Corte madrileña, a la que puso al tanto de muchas novedades en materia de modas y de juegos de salón. La esposa de José Osorio fue además la introductora en España de un elemento decorativo que haría furor en las fiestas navideñas: el árbol, tan popular en otros países europeos y que se vio por primera vez en Madrid en la Navidad de 1870 en la residencia de los duques.