Wednesday, June 10, 2015

El latín africano y el mito del beréber irredento. Homenaje a Pedro Martínez Montávez.



Los días 5 y 6 de junio de 2015 se celebraron en Alcalá la Real (Jaén, España), los 10 Estudios de Frontera, en homenaje a Pedro Martínez Montávez. Presento aquí el resumen de mi contribución, "Las fronteras del latín africano", que será publicada, en su momento, en las Actas. La revista Hesperia, Culturas del Mediterráneo, que dirige María Jesús Viguera, incluye en su número 19, 2015 un artículo previo, titulado Notas sobre los bereberes, el afrorrománico y el romance andalusí.

Entre las personas a las que debo gratitud en vida ocupa un lugar especial Pedro Martínez Montávez. Y cuando digo un lugar especial no lo digo como tópico, sino por una razón objetiva: porque estoy seguro de que tengo que darle las gracias por cosas que yo ni sé; pero que él sabe bien. Y conste que ya no quiero saberlas. Me basta con agradecerlas. He venido para decirlo y para ofrecerle una versión parcial de mi estudio sobre la parte meridional de la frontera del latín de Occidente. Lo empecé, posiblemente también sin saberlo, en el curso en el que tuve la oportunidad de asistir a sus clases prácticas de árabe, 1964-65, en la Complutense, el primero de los varios cursos suyos que seguí, incluido el magnífico de doctorado sobre "Poesía árabe contemporánea". También tengo que agradecerle su ayuda en varias de mis primeras publicaciones, especialmente sobre Nizar Qabbani, el gran poeta sirio, a quien ambos admiramos y con quien él tuvo una gran amistad.

Reconstrucción virtual de Cartago
A partir de las sucesivas derrotas de Cartago, Roma y su lengua, el latín, se fueron imponiendo en el Mediterráneo suroccidental, territorio que abarca Sicilia, Cerdeña, Hispania y el Magreb. Sólo en la última de estas cuatro partes se perdió su continuidad, que duró, de acuerdo con los testimonios epigráficos, unos catorce siglos. En lo que concierne a la parte africana, la novedad de este estudio, especialmente para los romanistas y arabistas, es transmitir la convicción de que se puede probar la continuidad del latín norteafricano hasta bastante más acá del célebre 711 y que en el complejo continuum de lenguas traído a Hispania por los conquistadores musulmanes correspondió a las hablas afrorrománicas un espacio propio. El desarrollo de esa parte queda fuera de esta ponencia. 

Es la parte meridional la que nos ocupa hoy y en ella trato de cómo se situó el latín en relación con el líbico-beréber y el púnico. Marco mi distancia del mito colonial del beréber irredento y me empeño en devolver a los Mauri, nuestros moros, su lugar en la romanización y su pervivencia. Tengo mucho que agradecer a Yves Modéran y Juan Zozaya en esto; pero la expansión romanística es puramente mía y asumo sus consecuencias. Por supuesto mi gratitud se extiende a muchos más autores, debidamente citados en el texto completo. Aporto datos suficientes (no meras hipótesis) para demostrar que en 711 en el norte de África la generalidad de los hablantes usaba un continuo bereber-latino, que contaba con muchos siglos de antigüedad y en el que, como en todas las estructuras de ese tipo, la oscilación hacia el beréber o hacia el latín dependía de las condiciones diglósicas, del conocimiento de las lenguas por los hablantes, del contexto sociolingüístico y otros factores conocidos que regulan la conmutación de códigos. Algunos, todos o casi todos varones, hablaban árabe, la lengua introducida por los nuevos conquistadores. Ese latín o afrorrománico del continuo, con el apoyo del cristianismo y en parte de bizantinos e hispanorromanos, había sobrevivido a los vándalos y se había mantenido en los Mauri, incluso en territorios militarmente abandonados por Roma, como la Mauretania Tingitana. Abandonados por Roma, pero no por la Romania.

Texto en ostracón
Cuando, tras un difícil final del siglo VII marcado por las conquistas, pérdidas y reconquistas de Cartago, el nuevo poder musulmán se hubo consolidado en el Magreb y, en 711, se inició la conquista de Hispania, era lingüísticamente  imposible que se hubiera producido la arabización de lo que habría de formar el grueso del ejercito de conquista. Distintos autores, incluido quien firma, habían apuntado, sobre todo por sentido común, que en un ejército compuesto por Mauri, tenía que haber un lugar para el latín. Hoy sabemos que tenía que ser mucho más de un lugar. El latín (en sus variantes afrorrománicas, naturalmente) era la lengua habitual de muchos de ellos, tras muchos siglos de uso. No se trata simplemente de elementos latinos en sus hablas bereberes, se trata de latín y romance.
Los datos aportados proceden de cuatro tipos de fuentes, la Arqueología, en primer lugar, porque es el mejor conocimiento y el hallazgo de nuevos datos el que nos permite dar este paso, la Historia, porque también esta ciencia ofrece nuevos datos y nuevas interpretaciones, la Lingüística, porque se habla de lenguas, cuyas estructuras, gramática y léxico, hay que estudiar, y la Antropología, como Etnología, porque se estudia todo ello en pueblos que han ido evolucionando y de los que conviene recobrar lo que han conservado de su pasado, sin cometer el error tradicional de creer que ese pasado se tiene que mantener sin modificaciones. El papel que esta Romania sumergida bajo las lenguas que fueron ocupando el lugar del latín, esta Romania Submersa , pudo tener en el origen de las hablas iberorrománicas se basa en la aceptación y desarrollo de esta tesis, que mi aportación contribuye a probar. Gracias por permitirme ofrecerla a quien merece mucho más.

Este texto forma parte de la serie dedicada a la Lingüística y sus mitos, que consta ya de:
Mitología de las lenguas en general, el mito biologicista,
Un mito etnolingüístico: la palabra moro,
a los que se podrían añadir:
¿Desciende la curva de los estudios de español en los EUA? (sobre algunos mitos del español de los Estados Unidos),
Lingüística y Pragmática,
Etimologías populares,
e incluso
Identidades árabes y musulmanas en la obra de Miguel de Cervantes.