El paseante recorre la
ciudad y, en su camino, está expuesto a una gran cantidad de elementos que le
proporcionan información por diversos medios y que percibe por distintos
sentidos: ve y oye, sobre todo, y completa esa información con el olfato, el
gusto y el tacto. Parte de esa información recibida es natural y parte
artificial, procede, sobre todo, de otros seres humanos que han dejado una
información que el paseante percibe y a la que da una interpretación. Pero hay
que tener presente que la interpretación que el paseante hace abarca tanto la
información natural como la artificial. Si huele a humo y la intensidad del
olor es muy grande, puede interpretar que hay un incendio y que conviene avisar
a la policía, por ejemplo. Suele decirse que la información se transmite y se
recibe por medio de una señal o varias, que sería el elemento externo,
aunque la terminología dista de ser uniforme y conviene manejarla a partir del
conocimiento de dónde se originaron los términos. En consecuencia, puede
decirse que hay señales naturales, como el humo del fuego, y artificiales, que
son también de muy distinto tipo.
Encuentra
constantemente el paseante elementos gráficos, percibidos visualmente, que
indican de un modo particular la presencia humana. A algunas de esas
manifestaciones externas les da un sentido: un ciego cruza la calle con un
bastón blanco y los autos se detienen para que pase, un semáforo cambia de
verde a rojo y eso se interpreta por quienes ven la luz de frente como
obligación de detenerse. El bastón blanco, la luz roja son señales. Las
señales no son sólo visuales, pueden estar dirigidas a otros sentidos: cuando
la luz del semáforo cambia al verde, un pitido prolongado indica que está
permitido el paso, el roce de los labios de una persona contra la piel o los
labios de otra se interpreta como afecto, el olor de estofado en la escalera se
interpreta como la cercanía de la hora de la comida. La producción de una
manifestación externa a la que se da un sentido es un acto sémico. Ese
radical sem- que aparece en palabras como semiótica, semántica,
semasiología procede de una forma griega que quiere decir ‘señal’ o, como
verbo, ‘marcar con una señal’ y, de ahí, ‘significar’. La unidad mínima semiológica
recibe por ello el nombre de sema. En el proceso se produce una
manifestación externa, por un lado, lo que supone que alguien la emite, un emisor,
y una recepción, o sea, un receptor que recibe e interpreta la señal.
Eugenio Coseriu |
"Una
organización simbólica, creadora, cerrada, que no sólo influye en gran medida
sobre la experiencia obtenida sin su intervención, sino que define de hecho la
experiencia, sobre la base de su perfección formal y también porque proyectamos
inconscientemente sobre el campo de la experiencia las expectativas implícitas
contenidas en ella".
Puesto que también
Sapir señala la semejanza entre el lenguaje y un sistema matemático, puede considerarse,
de modo concreto, que a partir de él se presentan las dos posibilidades no excluyentes
de continuar el estudio del lenguaje: la que insiste en el aspecto formal,
inmanente, y llevará a la lengua y a la lingüística, y la que lo hace en el
aspecto social, transcendente, y conduce por ello a los problemas abordados por
la antropología y las ciencias sociales, en general.
Se puede simplificar mediante
la distinción de dos maneras de entender lo que se llama Semiología, a
partir de su definición más general como el estudio de los principios generales
que rigen el funcionamiento de los sistemas constituidos por señales
susceptibles de interpretación y que, entonces, pasan a llamarse signos.
Para los seres humanos el más relevante de esos sistemas de signos es la
lengua.
Antonio García Berrio |
Además de la lengua
hay otros hechos significadores, lo que ha permitido considerar la Semiología de
dos modos distintos según su objeto .La Semiología puede limitarse a la
asociación de un hecho perceptible y un estado de conciencia, a lo que se llama
comunicación. También puede tener un objetivo más amplio y extenderse a
todos los hechos significadores, cual el vestido, como propuso el semiólogo
francés Roland Barthes (1915−1980), en cuyo caso el objeto de la Semiología
sería la significación. Hay, por lo tanto, una Semiología dirigida
fundamentalmente a la comunicación y otra dirigida a la significación. Los
lingüistas, en general, adoptan la perspectiva de la Semiología como
ciencia cuyo objeto es la significación. De esta manera caben en la
Semiología, además del estudio del lenguaje, el estudio del arte, de la moda,
del cine, de la publicidad o de cualesquiera hechos significadores. En el mundo hispanohablante ésa es la trayectoria de un gran semiólogo, como Antonio García Berrio.
A veces se utiliza
también el término Semiótica como equivalente de Semiología.
Originariamente, los griegos utilizaron la palabra como parte de la diagnosis,
es decir, la interpretación de los síntomas como signos, ese término es
utilizado por los hablantes sobre todo en un sentido limitado, el diagnóstico
médico; pero su sentido general es mucho más amplio. Entre señales, signos y
significados, el ser humano es un animal semiótico. Claro que lo que importa no
es la emisión de señales, sino su interpretación.