Friday, November 2, 2018

Retomar el blog desde Jerusalén

Hace unos meses que este blog quedó en compás de espera, con la información sobre el libro publicado en 2018 y una nota que advertía de la posibilidad de un tiempo parado. En este período se han producido algunos cambios en las actividades de su autor que sitúan este cuaderno en una nueva perspectiva. Para no extendernos, pueden reducirse a dos, el paso a Professor Emeritus en la University of Texas at San Antonio y el traslado a la Casa de Santiago, Instituto Español Bíblico y Arqueológico, en Jerusalén.
Es posible que convenga informar ahora de qué es esta institución en la que ahora vivo. Para ello citaré a José Manuel Sánchez Caro, autor del libro sobre la Casa: "el primer trabajo serio sobre los documentos de Qumran lo escribió Antonio González Lamadrid ya en 1956; el editor en España de la conocida Biblia de Jerusalén, José Ángel Ubieta, fue el primer residente en la Casa de Santiago; editores oficiales de los documentos de Qumran y profesores en prestigiosas universidades como Florentino García (Lovaina) y Julio Trebolle (Complutense de Madrid), están ligados muy profundamente a la Casa; y lo mismo sucede con otros de los conocidos especialistas españoles, como Rafael Aguirre (bien conocido por sus trabajos sobre orígenes del cristianismo), Miguel Pérez (filólogo semítico internacionalmente reconocido y fundador de la prestigiosa biblioteca midrásica), y muchos otros”.
Resulta sumamente grato reconocer que estos quince años pasados en San Antonio han constituido un periodo bueno de la vida y expresar el agradecimiento a las personas de la Universidad que lo hicieron posible, empezando, como es natural, por los colegas del Department of Modern Languages and Literatures, con el que, afortunadamente, sigo vinculado, ahora como emérito. Seguir interviniendo en las actividades habituales, leer tesis y trabajos de fin de la Maestría, participar en la publicación de resultados de investigacíones que se han seguido de cerca y poder mantener el contacto con ese grupo de estudiantes y profesores me parece una gran cosa, que realmente agradezco.
Si pasar de Roma a San Antonio hace unos años fue un buen salto, hacerlo ahora de San Antonio a Jerusalén puede parecer todavía mayor y más cuando se vive en Jerusalén Este, a muy pocos metros del muro de separación con los territories palestinos, un muro que está presente todos los días, puesto que la parada del 236, el autobus árabe que me lleva al centro, limita con él. Lo de la parada es un decir, porque todavía no he visto que el autobus salga de la parada, suele hacerlo desde el otro lado de la calle, al lado de la gasolinera donde el conductor que trabaja a la hora de la oración de la tarde guarda su alfombra para el rezo, que lleva a cabo mientras los demás esperamos.
Presentación del libro de Sánchez Caro.
Quien pasa un día en Jerusalén escribe un libro, quien una semana, un artículo; pero cuando se llevan más de dos meses y se espera estar muchos más, escribir se hace muy difícil: se escucha, se intenta aprender y se procura comprender. No sé, sinceramente, qué camino tomará este cuaderno. Quizás incluya textos en árabe que escribo para mis clases y estudios, con la oportuna traducción al español, quizás escriba artículos generales de intención divulgadora o de cooperación con la sociedad de estudiosos, como antes o quizás caiga en la tentación de hacer alguna vez algo distinto; pero el blog ha sido parte de mis relaciones con un grupo de personas con las que comparto un aprecio mutuo y puede que convenga mantenerlo, en las dimensiones que Dios provea.
Termino con mi gratitud a la Hebrew University in Jerusalem, que me ha extendido una invitación para compartir sus trabajos honoríficamente, como Visiting Professor, y sentirme miembro de un espacio de estudio y reflexión, a Polis Institute, donde trato de mejorar mi árabe y no olvidar la Lingüística, aprovechando la paciencia de un muy selecto grupo de alumnos y, especialmente, a la Conferencia Episcopal Española y la Universidad Pontificia de Salamanca, que me permiten disfrutar de este excelente espacio de investigación, con su gran biblioteca, que es la Casa de Santiago. Aquí, a la justa distancia del centro de lo que la Ley judaica permite recorrer andando en un día de sábado, se puede tratar de ver problemas muy cercanos con una mayor perspectiva.