La explanada del Templo o Haram el-Sharif es una
plataforma trapezoidal que se sitúa en la cresta más alta de una colina que
desciende de norte a sur, al oriente de la parte amurallada de Jerusalén o
Ciudad Antigua, en la zona musulmana, de la que ocupa un amplio espacio: 488 m
de largo en la parte occidental, 470 m en la oriental, 315 m en la boreal y 280
m en la austral, en un área de casi 150.000 m2. Al este se sitúa el valle del
Cedrón y al oeste el del Tiropeyón. La plataforma es artificial, pues fue
construida por Herodes el grande (74/73 a.JC – c. 4 a.JC) para ampliar la
superficie del templo judío, con muros de contención. Esta circunstancia
permite que se acumulen verticalmente en sus estratos restos de edificios de
época judaica, musulmana y cristiana, de los cruzados. Si bien la parte que ocupa
la superficie es de gran interés, lo que se conserva bajo ella no son
ruinas, sino edificios de distintas épocas que añaden un gran
valor al ya por sí extraordinario de lo visible y que incluyen elementos
geográficos como la cima del monte que se conserva dentro de la Cúpula de la
Roca o instituciones culturales, como la Biblioteca Khutanya o naves de los
cruzados o elementos que se relacionan con el Segundo Templo o incluso con el
Primero.
El conjunto no sólo es valioso en términos
arqueológicos, históricos, religiosos o artísticos, sino que añade a estos una
dimensión social. Esta faceta se apoya, como no puede ser menos, en el
carácter religioso básico para las tres religiones monoteístas que tiene el
conjunto y en los datos que los estudios científicos y artísticos pueden
proporcionar. Se pueden agregar reflexiones sobre la interacción o
influencias mutuas que se aprecian tanto en la parte superficial como en el subsuelo, así como sobre la importancia que se concede a su uso cotidiano.
El amplio subterráneo está abierto, con la excepción de
la supuesta Capilla de la Virgen o Mihrab Mariam, en la zona del
Segundo Templo, que representa el lugar dónde, según la leyenda musulmana, creció Nuestra
Señora y tuvo lugar la Encarnación. Es el único espacio que parece estar siempre
cerrado, el resto de los diferentes edificios o áreas bajo la superficie es
visitable y es utilizado normalmente por los musulmanes, a quienes está
reservada la admisión a esta zona oculta. Agradezco mucho que se me permitiera acceder.
Esta presentación se limita a dar a conocer esa zona, que vincula el
Templo, el cristianismo y el islam. Entre la explanada suroriental y la Puerta
Dorada continúan los edificios subterráneos, que ocupan por ello parte del área
del Segundo Templo e incluso del Templo de Salomón. Es un área amplia,
rehabilitada, utilizada para cursos, seminarios y otras actividades educativas
o de información en uno de cuyos laterales, tras una verja permanentemente
cerrada, se encuentra el oratorio de María o Mihrab Miriam. Aunque no se puede
ver el conjunto de la estancia, es posible fotografiar parte de ella y hacerse
una idea de sus dimensiones.
Se aprecia el baldaquino que cubre el lugar, a la
derecha; pero hay otros muchos elementos distribuidos por lo que se puede ver
del espacio correspondiente. Llaman la atención los nichos con ventanas a las que se accede por unos
escalones en piedra. Dos de ellos están situados frente a la puerta. Podrían
ser parte de la estructura defensiva de esta zona. También es destacable el suelo de
azulejos. La ventana frente a la puerta
ha sido alterada y en parte reducida. El muro es grueso.
El relato sobre la crianza de la Virgen en este lugar no
cuenta específicamente con ninguna fuente de valor; pero se sitúa en relación con dos azoras alcoránicas, la 3, dedicada a Juan el Bautista, y la 19, dedicada a María, además de formar parte del folclore islámico, que
vale la pena recoger, por el conjunto de elementos que van desde la piedad
hasta lo maravilloso.
Según la leyenda, María fue entregada, cuando tuvo uso de razón, a los custodios de la Mezquita de
al-Aqsa (sic; pero la mezquita es siete siglos posterior a María). A partir de aquí leyenda y texto alcoránico se entrecruzan. Entre los muchos interesados en
su cuidado se echaron suertes (con flechas, según Alcorán 3:44) y correspondió el encargo a su tío Zacarías (Alcorán 3:37). La leyenda cuenta que se
dieron a María habitaciones privadas en donde permanecía entregada a la
oración, hasta el punto de que oraba tanto de pie que se le hacían ampollas, y aquí se enlaza con el Alcorán cuando dice que era de los qanitin (para
los musulmanes, el que recita cien aleyas o versículos del Alcorán cada noche). Esta base mixta legendaria y alcoránica se une a lo que el Alcorán cuenta en las azoras 3 (sobre Juan el Bautista) y 19 (sobre María). Zacarías, como encargado del bienestar de María, iba a
visitarla a veces y siempre encontraba fruta fresca en su cámara (Alcorán, 3:37). Ante sus preguntas ella le replicó que “Dios provee a quien quiere sin necesidad de
explicación”.
Las azoras 3 y 19 ofrecen coincidencias, 3:39-3:41 y 19:8-19:10 lo hacen incluso literalmente en varias frases o expresiones. Algunos críticos han apuntado también una confusión entre Miriam, la hermana de Moisés y la Virgen (Miriam también en árabe), separadas por mil quinientos años. Puede tratarse simplemente de un cruce de narraciones en la redacción final; aunque también hay que señalar que se quiere dar importancia en el texto alcoránico a las figuras de Moisés y Aarón y establecer de alguna manera la coordinación entre la casa de Leví o mosaica y la de Judá o davídica, hasta Jesús..
La leyenda musulmana sitúa en esos aposentos la Encarnación y el Nacimiento
de Jesús; pero el Alcorán no dice nada concreto al respecto. Aunque cerrado, el lugar es un punto de veneración para los musulmanes y se incluye en las visitas guiadas que se organizan para ellos. Forma parte del fondo compartido por las tres religiones abrahámicas y especialmente de los puntos comunes de islam y cristianismo.