Gran mezquita de Kairouan, Túnez |
Tras la conquista musulmana a finales del
siglo VII J.C. el árabe se fue imponiendo en el Magreb con el período de
transición generacional que todo cambio lingüístico de esas dimensiones exige.
Esta imposición fue unida a la superación de numerosos enfrentamientos con los
bereberes, quienes conservaron su lengua en distintas variantes, que dieron
origen a las diferentes variedades que se utilizan todavía hoy, aunque con una
notable restricción de su territorio original. El latín pervivió tanto en la
forma escrita como en la hablada. En la epigrafía cristiana se documenta bien hasta
el siglo XII, que se considera el momento final del cristianismo original
magrebí. En la lengua oral se documenta hasta una fecha tan tardía como 1154 en
un texto de un geógrafo nacido en Ceuta a principios del siglo XII, Abu cAbd Allah Muhammad al-Idrīsī
al-Qurtubī al-Hasanī al-Sabtī, conocido como Edrisi o al-Idrisi. Este autor, en la descripción de la
ciudad de Capsa (hoy Gafsa, Túnez), llama a sus habitantes “romanos africanos”
(al-rūm al-Ifāriqa) y explica que “sus moradores están hoy berberizados,
y la mayor parte de ellos hablan [sic] el latín africano” (bi-l-latīnī-l-ifrīqī).
Entre la
conquista musulmana y el siglo XI convivieron en Al-Andalus el latín, con sus
variantes romances (afrorrománicas e iberorrománicas), el bereber, el árabe y
el hebreo. La Arqueología permite la reconstrucción de los poblamientos; pero
es menos útil en lo que concierne a la distribución de las lenguas. Del uso del
latín y el romance hay suficientes testimonios recogidos por muchos autores. Sobre
la evolución del contacto entre árabe y lenguas románicas, con interesantes
precisiones metodológicas son muy recomendables los trabajos de Federico
Corriente y María Jesús Viguera. Interesa además recordar una observación de esta
última: “En relación con las referencias esperables a dimmíes [i.e.
cristianos] en escenarios históricos, pero que no aparecen mencionados, la
cuestión hay que remitirla a las constataciones sobre los silencios textuales
acerca de determinados grupos”. Es decir, que sería razonable esperar un número
mucho mayor de testimonios si la historia no hubiera sido escrita en árabe por
musulmanes. Con todo, los ejemplos del uso del romance aparecen reflejados en
muchos textos.
María.Jesús Viguera, 2016, Real Academia de la Historia |
“Los mercaderes de esclavos, declara el almotacén
de Málaga, disponen de mujeres ingeniosas y dotadas de una gran belleza, que dominan
la lengua romance y saben vestirse como las cristianas. Cuando algún cliente forastero
les pide una esclava recién importada de una región cristiana, el mercader le
promete que se la encontrará pronto y mantiene vivo su deseo; pero le va dando
largas de un día a otro, mientras entretiene su esperanza.
“Al final le presenta una, asegurándole
que se halla extenuada del viaje, ya que la acaban de traer del norte. Al mismo
tiempo se ha asegurado la colaboración de un compinche, un supuesto dueño de la
esclava, a quien corresponde recibir el dinero. Le dicen que éste acaba de
comprarla en la Frontera Superior y que la ha pagado muy cara, ya que estaba
deseoso de poder llevarse una esclava de importación reciente y presentarla
como algo especial. Una vez terminado el negocio, los dos compinches se
reparten el dinero con la [supuesta] esclava. Y ésta se va enseguida con su comprador al
lugar de residencia de éste.
“Si está satisfecha del trato que recibe,
aprovecha la situación para pedir a su amo que la liberte y se case con ella.
En caso contrario, da a conocer su condición de mujer libre y lleva ante el
oficial de la policía judicial de la localidad donde se encuentran sus
documentos de rescisión de contrato (istirá) y los restantes que
acreditan, sin lugar a dudas, sus derechos de mujer libre. El comprador, con el
contrato de compra y con el acta que le obliga a concederle la libertad, pide
al vendedor el rembolso de la suma pagada por la mujer. Pero el mercader de
esclavos declara que ignora dónde vive el vendedor y se limita a decir:
"Era un hombre bien conocido como comerciante e importador de esclavas
cristianas y de otros lugares". Y resultan vanos todos los esfuerzos del
desventurado, que pierde su dinero”.
Se trata
de una anécdota; pero es una entre muchas e ilustra bien además que eran
mujeres las que dominaban el romance, se supone que además del árabe. Es un
fenómeno que se produce cuando por alguna razón, como una conquista, llega a un
área una gran cantidad de hombres que, sin o con muy escasas mujeres de su
lugar de origen, toman las del lugar conquistado.
Para el
conocimiento de árabe, hebreo y latín o romance se puede añadir otra anécdota,
ahora de Mošeh b. ‘Ezra, un gran escritor judío nacido en Granada entre 1055 y
1060, fallecido p. 1138, tras exiliarse a Castilla después de la toma de
su ciudad por los almorávides en 1090. Dedicó
una de sus obras a las relaciones entre el árabe y el hebreo. Cuenta en ella
que, antes de 1090, puesto que la anécdota se sitúa en la época de su juventud
en Granada, un alfaquí le pidió que recitara los diez mandamientos en árabe. Se
trataba de rebajar la belleza del texto original en la traducción, por lo que
Mošeh b. ‘Ezra le respondió que le recitara la primera azora del Alcorán, la Fātiha,
en latín, “puesto que era uno de los que conocían esa lengua y sabían
hablarla”. El alfaquí comprendió que la traducción no podía ser comparable al
texto original y se disculpó por su petición. Es difícil saber si latín
significa exactamente la lengua latina o una de sus variaciones románicas. Lo
que el texto testimonia es que el hebreo y el latín, o sus variantes, se
utilizaron, junto al árabe, al menos hasta la llegada de los almorávides, al
mismo tiempo que, como indicó Aillet en su estudio sobre los mozárabes, la
lengua tenía una vinculación directa con “la conservación y la expresión de la
identidad religiosa”.
Nota sobre esta serie
La serie sobre pre-orígenes del español consta de estos otros títulos: