Thursday, June 12, 2014

Signos lingüísticos e interpretación


Wilhelm von Humboldt
El pensador alemán Guillermo de Humboldt afirmaba en su perenne memoria de la Academia de Berlín (1822-1823), Sobre el origen de las formas gramaticales y su influencia en el desarrollo de las ideas: “la idea de la verdadera relación gramatical sólo se introduce en las palabras mediante una operación del pensamiento”. Parafraseando su ejemplo, podemos decir que en una forma como cantaron (frente a, por ejemplo, cantarás) se perciben con claridad las marcas gramaticales del radical, del tiempo (pasado), del aspecto (acción terminada) y de la persona gramatical (tercera del plural, Humboldt dice el pronombre), “mientras que la verdadera idea del verbo, que consiste en la síntesis del sujeto y del atributo, no se halla representada por ningún signo en particular, y efectivamente debe ser introducida por el pensamiento”. Rechácese de plano la fácil objeción de que Humboldt no perciba la diferencia entre la estructura paradigmática (el eje de simultaneidades)  y la sintagmática (el eje de sucesiones), para ir al meollo de la cuestión, plenamente vigente. Lo aclara en la siguiente página: en la base hay una idea que es siempre la misma y que se va transformando en una simple modificación que la oreja oye y el ojo ve, por usar sus propias palabras. De esta manera, en principio, sólo se dispondría, en las lenguas, de signos para los objetos, mientras que el pensamiento del oyente es el que realiza la tarea de ir añadiendo los nexos entre esos objetos. Para un tipólogo, la consecuencia de la reflexión humboldtiana es plenamente moderna: los tipos de lenguas se sitúan en un eje que va desde los elementos que son los signos para los objetos (tipo aislante), a la combinación de los signos de los objetos con los signos secundarios que expresan las relaciones de esos signos de los objetos entre sí (tipo aglutinante). El inglés seat puede ser un signo1 que expresa el objeto que en español se llama silla, o bien el signo2 que expresa la acción de sentarse, a partir de aquel signo1. A pesar de que las variaciones morfológicas (paradigmáticas) que admiten sean escasas, no corresponden a una tipología aislante extrema, puesto que “más de una silla” se expresa mediante el signo1 seat aglutinado con un signo –s que marca el plural: seat + s > seats, y esa misma forma es común con la tercera persona del singular del tiempo presente del signo2 seat,  es decir, con la aglutinación del signo2 seat con un signo –s que expresa la tercera persona del singular del tiempo presente. El hablante es quien transforma los aparentemente iguales seats en {signo1 seat + plural} y {signo2 seat + tercera persona del singular del tiempo presente}. La oreja oye y el ojo ve y lo que se oye y se ve es la representación mediante la expresión de los objetos y sus modificaciones.
         
Valle del Indo
  Ahora se puede considerar el proceso decisivo mediante el cual los hombres, que ya habían adquirido la capacidad de representar los objetos mediante el dibujo o la pintura, consiguieron representar los conceptos, es decir, cómo se pasó de la pintura a la pre-escritura y a la escritura, finalmente. El proceso de la representación escrita de símbolos se aplica a tres tipos fundamentales: la representación del número mediante cifras, la de las notas, compases, claves y silencios en la música y la del signo lingüístico. En el tercer caso, con la posible excepción de la escritura del Valle del Indo, sobre la que todavía tenemos muchos interrogantes, se trata de un proceso de progresiva abstracción: pictograma, logograma, carácter ideográfico, carácter morfémico, carácter fonético basado en el ideográfico, carácter silábico y, finalmente, alfabético.


La conciencia de la realidad deshace muchas de las falsas creencias acumuladas por los siglos: si hoy todos fuéramos capaces de comprender una escritura como la china, la comunicación por escrito entre todos los seres humanos sería mucho más directa e inmediata, sin el intermediario de la traducción o quizás reducido sólo a la aclaración de algunos signos complementarios, como ocurre entre el chino y el japonés, dos lenguas estructural o tipológicamente muy diversas, en las que la intercomprensión escrita es, en los elementos básicos, inmediata.
Piénsese en lo que ocurre en un avión de cualquier gran línea aérea: junto a la palabra latina, convertida en inglesa, EXIT, aparecen los caracteres chinos que indican la salida. El viajero novato que sólo sepa leer los caracteres latinos, aunque no sepa latín ni inglés ni, por supuesto, chino, no tiene posibilidad alguna de saber lo que significa EXIT, mientras que cualquier escolar que haya aprendido unos caracteres chinos básicos, aunque no sea capaz de leer en chino los caracteres que indican la ‘salida’, comprende inmediatamente su significado. El único modo que tiene quien no sepa inglés o latín de interpretar EXIT es considerarlo como si fuera un carácter, un conjunto de rasgos, trazos o líneas ordenados de una manera particular, con el significado de ´salida´, es decir, como podría hacer, si lo aprendiera, con el conjunto de caracteres chinos (conjunto de trazos también) que significa precisamente eso. En realidad, para hacer eso, ni siquiera necesitaría saber leer los caracteres latinos, le bastaría con recordar lo que significa “palito vertical con tres palitos horizontales a la derecha del espectador (E), seguido de palitos cruzados en aspa (X), palito vertical solo (I), palito vertical con palito horizontal encima (T)”.
Es como si la cultura occidental, en sentido amplio, hubiera puesto todo su esfuerzo en representar la lengua oral, mientras que Oriente lo ha hecho en conservar la representación de la escrita. Por eso, como ha señalado, entre otros, Juan Carlos Moreno, la condición tipológica, en Morfología, de lengua aislante, sólo es realmente posible cuando se analiza la representación escrita en el sistema de caracteres chinos. Es así porque todas las lenguas son morfológicamente aglutinantes, con diversos grados de fusión. Es, realmente, lo que había marcado Edward Sapir en Language, en el eje que traza entre análisis y síntesis. Lo que llamamos flexión no es más que una fusión de unos morfemas previamente aglutinados, reglada de un modo particular. No hay, por supuesto, lenguas más desarrolladas que otras ni etapas más o menos desarrolladas en la evolución de las lenguas. Hay, como corresponde a un universo cuántico, diversas posiciones de las lenguas y sus elementos, que dependen de la observación, en el amplio sentido que incluiría los valores del signo y los usos diversos y únicos que los hablantes hacen de las posibilidades lingüísticas en cada momento.