Semiología básica del dibujo |
La reproducción del sonido explícito
es un desarrollo típico del siglo XX. Estamos tan acostumbrados a ello que
cuesta trabajo imaginarse un mundo en el que los seres humanos no disponían de
la habilidad de registrar el sonido de manera que pudiera reproducirse
exactamente como se produjo y se percibió. ¿Cómo se representaba el sonido
cuando no lo podían registrar ni el fonógrafo ni el sonógrafo o cualquiera de
sus desarrollos? Porque el sonido es una parte esencial de la vida humana y,
muy especialmente, de su carácter diferencial, el lenguaje. Articular y
comprender sonidos, asociando una expresión y un contenido, es la capacidad
básica para poseer un lenguaje. Es cierto que la expresión puede no ser sonora,
como en los lenguajes de signos de los sordos o, quizás, de los neandertales;
pero los seres humanos, salvo defecto físico o impedimento, oyen, como oyen los
animales. Se sabe que la expresión oral precedió a su representación escrita,
desarrollada muchos milenios después de que sepamos que los hombres hablaban y
se comunicaban mediante un lenguaje articulado. Antes de representar el
lenguaje mediante los sistemas de signos a los que se llama escrituras, son muy
abundantes los testimonios de que se usaban imágenes para representar y comprender
ideas. En esa forma artística que se denomina “arte rupestre” y en los orígenes
de la representación pictórica, en pueblos que no tenían escritura, es
razonable pensar que, del mismo modo que existía una preocupación por
representar el movimiento en el espacio o en el tiempo, también existió una inquietud
por representar los sonidos. Cuando alguien habla, el oyente piensa e
interpreta lo que se dice separando las ideas principales de los detalles. Pone
luego en orden lo oído, agrupando y clasificando y finalmente proyecta o
cartografía las ideas, dibujándolas. Escuchar, pensar, organizar y dibujar son
los cuatro pasos que se recorren, en ese orden, en el proceso.
Cuando se dispone
de una escritura, en lugar del proceso de dibujo se utiliza el de transcripción
de los sonidos a sus equivalentes fonémicos (clases de sonidos) y la transcripción
de estas clases. Hay una adaptación cultural inmediata, el sonido se representa
de acuerdo con las peculiaridades de la representación escrita de cada lengua: lo
que en español es una expresión de admiración, como ¡Guauuu!, en inglés se representa
como Waww! Nótese que no sólo la vocal es común, también lo es la indicación de
alargamiento o prolongación del sonido.
En otras ocasiones, la reproducción de
un sonido no articulado, como puede ser el de tropezar [POF] va acompañada de
otros signos de la escritura, que en este caso no expresan sonido alguno, sino
mecanismos mentales, como la sorpresa . Se llega a un alto grado de
convencionalismo en esta representación, por ejemplo, los globos se utilizan
para representar el habla, el lenguaje articulado, mientras que las nubes son
el marco que envuelve los pensamientos.
El propósito de
estas líneas es hacer una somera caracterización de la representación de los
sonidos sin necesidad de recurrir a la escritura, bien sea porque todavía no se
ha desarrollado o bien porque se encuentra en una etapa inicial y hay formas
artísticas capaces de suplir los vacíos que la escritura pueda dejar. Una
primera representación sería la que se podría denominar cero: la
representación de los sonidos sin representación explícita. En la leona herida
nada indica que el animal doliente esté expresando su sentimiento y, sin
embargo, es evidente para el espectador que se está representando un sonido
final, agónico, el gesto del cuello, la cabeza o el hocico así lo indican: mirar
la imagen es suficiente para darse cuenta de que detrás de ella hay un sonido.
La imaginación de cada uno desarrollará esa idea.
El segundo paso
se realiza mediante una representación que transmita la idea de que el sonido
se está produciendo. Una fórmula clara y antigua es la representación por
ondas, como se aprecia en el león sangrante y rugiente de Halo Shelter (41VV1230)
en el arte rupestre del Pecos, en Tejas. Esto es independiente de que se interprete
esta figura, de la que sólo se ven dos patas, como una figura de transformación
de zoomorfo a antropomorfo o que las dos patas se interpreten simplemente como
una indicación de que el animal está parado. Lo que interesa aquí es que de la parte superior del hocico sale un chorro, verosímilmente de sangre, mientras
que de la boca del animal salen unas ondas que, claramente, indican que se
está emitiendo un sonido. Que el animal o el semi-antropomorfo esté rugiendo o
esté hablando permite otras discusiones; pero de lo que no hay duda es de que
está emitiendo sonidos.
También se puede
representar el sonido como burbujas que ascienden, así se representa en la imagen
del ciervo en Delicado o Running Deer (41VV1284), una muestra de arte
esquemático también del área del río Pecos, en Tejas. A veces la burbuja
enmarca un agujero, lo que claramente sugiere que se está estableciendo una
comunicación entre mundo e inframundo, así ocurre, en la misma área, en Panther
Cave (41VV0083), donde el hocico del ciervo está claramente relacionado con el agujero
rodeado de burbujas.
La siguiente
etapa será la representación del sonido como sonido articulado, sin más
indicaciones de lo que pueda significar, aunque a veces el conjunto del dibujo lo
pueda indicar con bastante claridad. Así se aprecia en el portal 2, mural 3, conocido
como “El paraíso de Tlaloc” de Tepantitla, en México, una representación del
orden del mundo según la mitología de Teotihuacán (ca. 100 a JC – 700 d JC), es
decir, mucho antes de la llegada de los aztecas al área. Se utilizan unas
lenguas que pueden indicar también sonido inarticulado, como el de las canicas
que lo emiten en una parte del juego, en la que se juega con ellas. En otro
lugar aparece un hombrecillo azul que, en el juego ritual corresponde a un hombre
que hace de canica y al que los otros golpean con las caderas. En uno de esos
juegos un hombre que lleva una protección en la cadera tiene los brazos
levantados y claramente está hablando al hombrecillo azul que está sentado en
el suelo y que aparece representado con una nube sobre su cabeza en cuya parte
inferior aparece, en posición vertical, lo que puede corresponder a la cifra 1
o a un dedo rígido. El hombrecillo azul está pensado algo que se expresa con
esa figura. La interpretación se deja a la imaginación más o menos mediterránea
del lector. Hay una diferencia clara entre la representación con una lengua, que
corresponde a lo que se dice y con una nube, que verosímilmente, parece
corresponder a lo que se piensa.
K 1398 (c) Justin Kerr |
Se llega así, finalmente,
a la última etapa, la representación por escrito de una conversación, vinculada
a la representación de las figuras que conversan, donde cabe también la
expresión de la sucesión temporal. Se
reproduce un ejemplo maya del siglo VIII JC, la vasija del conejo real. Este
recipiente, conocido como el Regal Rabbit Vase, contiene una narración cómica
en la que, en un lado del cilindro, un conejo señorial despoja al dios L de sus
insignias de poder. Los textos hablados están atados a la boca de los hablantes
por líneas curvas. En el otro lado, el dios L suplica al Dios Sol, que da albergue
al roedor bromista. Este sistema representativo es, con pequeñas variantes, el
mismo que se puede ver en los textos que reproducen el habla en las representaciones
de distintas culturas y siglos posteriores, hasta el actual.