Amando y FMM recuerdan aquí a otro caballero andante |
Si se me autoriza el uso de la primera persona, excepcionalmente en estos cuadernos, quisiera recordar que una larga amistad con Amando me permitió leer el libro en elaboración, mis privilegios de, como él dice, su "lingüista de cabecera", me autorizaron a sugerir alguna revisión y, finalmente, he tenido ocasión de hablar con él del libro y lo que representa en varias ocasiones, ayer, 17 de junio de 2016, sin ir más lejos. Como éste no es un cuaderno de crítica literaria, se pueden conjugar en él las reflexiones de lectura con los ecos de esas conversaciones y con una colaboración que se plasmó en su momento en el libro Se habla español y que, Dios mediante, continuará. Estas líneas resultan así más una invitación a la lectura que un ejercicio de crítica literaria.
En un lugar de la Sagra, de cuyo nombre no puede olvidarse el narrador, pues desciende de una familia establecida allí desde hace siglos, la de Sancho Panza, ocurrió muy recientemente un extraño suceso. En el Hospital Tres Culturas de Toledo se recogió a un indigente de unos sesenta años que dijo llamarse Alonso Quijano.
Resumida la noticia, puede pasarse, sin más dilación, al presente.
El extraño personaje habla un español con ciertas diferencias, que hacen dudar de que sea colombiano, sin que ello se vea del todo claro. Se entiende perfectamente con Sancho Gaona, el descendiente del otro Sancho, catedrático de Lengua y Literatura de Instituto, que lo recoge y lo lleva a Esquivias y, además, es el narrador. Puede llamarse así Don Quijote a uno de los dos personajes centrales, el otro, naturalmente, tiene que ser el nuevo Sancho, cuya mujer, Teresa, como era de esperar, introduce el punto de sensatez oportuno en la historia.
¿Por qué aparece Don Quijote otra vez en España? Es evidente que hay una larga tradición de reminiscencias quijotescas, incluso filmografía con títulos como Don Quijote cabalga de nuevo. Ahora se trata de que, por la intercesión de San Francisco, el sabio Merlín concedió a don Alonso Quijano, estando éste en el lecho de muerte, el privilegio de despertar algunos siglos después, aunque sólo por el plazo de cien días. Se advierte de que no se trata de una resurrección, puesto que no hay coincidencia de lugar y época y, además, se fija un plazo. El lector, como es previsible, queda pendiente de qué va a ocurrir al final de esos cien días y de si se trata de un perturbado o de qué.
FMM es la figura solitaria a la izquierda del lector. |
Conviene dejar al curioso lector el placer de adentrarse por estas páginas y reparar en los muchos aspectos que en ellas se esconden o se muestran, pues de todo hay en este juego del tiempo y el espacio. El caballero andante se encontrará con que esta España ofrece mucho que corregir, mucho por rectificar, así como un buen número de menesterosos a los que ayudar. La convivencia de la cristiandad y el islam con la sociedad moderna ocupa, como también ocurría en 1616, un espacio destacado. Y don Quijote sabe distinguir muy bien, como es deseable, entre el enemigo, lo que en su léxico cervantino era "la morisma", y el amigo, el inmigrante que quiere vivir en paz en una sociedad más justa, donde se respeten su religión y sus costumbres.
En la duda entre la realidad y la ficción del caballero andante se llega al capítulo último, en el que se decidirá la interpretación de la novela. Aquí entra de lleno el lector, puesto que a él compete, en exclusiva, determinar qué final prefiere. ¿Fue efectivamente el Ingenioso Hidalgo quien recorrió durante cien días, con su fiel Sancho, los caminos de España o cabe otra explicación? ¿No será que Merlín juega nuevamente con nosotros? Dé cada uno su respuesta.
De libros se habla también en otras páginas de este cuaderno, por ejemplo en estos enlaces:
De libros perdidos y recobrados: la colección Foulché-Delbosc.
Robar libros en tiempos de herejes.
Y de Cervantes y el islam en:
Identidades árabes y musulmanas en la obra de Miguel de Cervantes.