Saturday, June 18, 2016

Don Quijote en la España de la reina Letizia

Amando y FMM recuerdan aquí a otro caballero andante
Amando de Miguel contribuye a este año del Centenario con un libro que resulta interesante por múltiples aspectos: conjuga Sociología, lengua y léxico, lecturas y recuerdos literarios, observación de la realidad española de 2015 y 2016, todo ello desde una visión cómica y satírica, de la que se han eliminado aspectos hirientes: hay ironía, pero no sarcasmo. Al final, como en la obra de Cervantes, el lector duda entre diversos sentimientos. De ese final, de todos modos, se hablará en su lugar.
Si se me autoriza el uso de la primera persona, excepcionalmente en estos cuadernos, quisiera recordar que una larga amistad con Amando me permitió leer el libro en elaboración, mis privilegios de, como él dice, su "lingüista de cabecera", me autorizaron a sugerir alguna revisión y, finalmente, he tenido ocasión de hablar con él del libro y lo que representa en varias ocasiones, ayer, 17 de junio de 2016, sin ir más lejos. Como éste no es un cuaderno de crítica literaria, se pueden conjugar en él las reflexiones de lectura con los ecos de esas conversaciones y con una colaboración que se plasmó en su momento en el libro Se habla español y que, Dios mediante, continuará. Estas líneas resultan así más una invitación a la lectura que un ejercicio de crítica literaria.
En un lugar de la Sagra, de cuyo nombre no puede olvidarse el narrador, pues desciende de una familia establecida allí desde hace siglos, la de Sancho Panza, ocurrió muy recientemente un extraño suceso. En el Hospital Tres Culturas de Toledo se recogió a un indigente de unos sesenta años que dijo llamarse Alonso Quijano.
Resumida la noticia, puede pasarse, sin más dilación, al presente.
El extraño personaje habla un español con ciertas diferencias, que hacen dudar de que sea colombiano, sin que ello se vea del todo claro. Se entiende perfectamente con Sancho Gaona, el descendiente del otro Sancho, catedrático de Lengua y Literatura de Instituto, que lo recoge y lo lleva a Esquivias y, además, es el narrador. Puede llamarse así Don Quijote a uno de los dos personajes centrales, el otro, naturalmente, tiene que ser el nuevo Sancho, cuya mujer, Teresa, como era de esperar, introduce el punto de sensatez oportuno en la historia.
¿Por qué aparece Don Quijote otra vez en España? Es evidente que hay una larga tradición de reminiscencias quijotescas, incluso filmografía con títulos como Don Quijote cabalga de nuevo. Ahora se trata de que, por la intercesión de San Francisco, el sabio Merlín concedió a don Alonso Quijano, estando éste en el lecho de muerte, el privilegio de despertar algunos siglos después, aunque sólo por el plazo de cien días. Se advierte de que no se trata de una resurrección, puesto que no hay coincidencia de lugar y época y, además, se fija un plazo. El lector, como es previsible, queda pendiente de qué va a ocurrir al final de esos cien días y de si se trata de un perturbado o de qué.
FMM es la figura solitaria a la izquierda del lector.
Don Quijote no parece especialmente afectado por el desarrollo tecnológico, aunque rechaza usar el avión. Sus favoritos son Bocinante,  pues así se llama el auto de Sancho, la televisión, que le permite estar al tanto de lo que ocurre en la actualidad, y el AVE. Su mayor desprecio tecnológico va hacia los teléfonos celulares, los llamados en España móviles, oxímoron que denuncia, pues por sí son inmóviles. En realidad, deberían llamarse, en todo caso, movibles. De este modo, Amando de Miguel evita transformar el libro en una historieta de ciencia ficción y puede convertirlo en una novela sociológica, si se me concede usar el término. Hay novela, puesto que Don Quijote puede decir, varias veces, "Yo sé quién soy" y lo mismo podría decirse de Sancho, y hay además un repaso a modos de ser y, especialmente, modos de hablar de los españoles contemporáneos. Recuérdese que, precisamente en esa capacidad de decir "yo sé quién soy" es en lo que Américo Castro establecía el nacimiento de la novela moderna. Aunque se incluyen, también con visita a Barcelona, como era esperable en el hidalgo, referencias  a la situación política rabiosamente contemporánea, lo verdaderamente interesante son los comentarios sobre la sociedad y su transformación, así como sobre el uso del español, Vuelven temas ampliamente tratados por Amando de Miguel en gran parte de su obra, como el politiqués, pero también los tics seudo-feministas, las hablas de clase y los anglicismos que caracterizan a alguna de ellas o, sencillamente, la deturpación de la lengua por ignorancia de los usuarios y semi-cultismo. Como ocurre frecuentemente en sus escritos, si se quiere decirlo técnicamente, hay más Pragmática que Lingüística, es decir, más preocupación por la relación del usuario con la lengua que por la estructura de esta última.
El libro se sitúa también en la amplia literatura que recoge indirectamente visiones de España de muy diversos autores. Esa visión de la España de principios del siglo XXI, a veces en contraste con la del XVII (los cuatrocientos años que se conmemoran) y a veces en contraposición a épocas más recientes, está llena de un intenso amor patrio, que incluye una perspectiva moderna en la que se reconocerán muchos lectores: "Ya no hay guerras ni pestes, pero son tiempos de muchas necesidades insatisfechas. Encontrará usted no pocas injusticias pero también motivos de satisfacción". Aunque Amando no lo llama así, el Caralibro es el instrumento social que le permite recoger las distintas reacciones de los componentes de la sociedad española. Refleja su propia y amplia experiencia en las redes sociales e implica un análisis sociológico de estas. El resultado es, como hubiera dicho Shakespeare, "una melancolía específicamente mía, compuesta de muchos elementos, extraída de muchos objetos, y además la visión variopinta de mis viajes, la cual, al rumiarla una y otra vez, me envuelve en la ternura más divertida". Por cierto, la novela es también un homenaje a don Guillermo, pues Don Quijote recuerda cómo Shakespeare y Cervantes se conocieron en Valladolid, durante la visita del primero a España, con la embajada inglesa, y que ambos pudieron comunicarse, en latín, claro.
Conviene dejar al curioso lector el placer de adentrarse por estas páginas y reparar en los muchos aspectos que en ellas se esconden o se muestran, pues de todo hay en este juego del tiempo y el espacio. El caballero andante se encontrará con que esta España ofrece mucho que corregir, mucho por rectificar, así como un buen número de menesterosos a los que ayudar. La convivencia de la cristiandad y el islam con la sociedad moderna ocupa, como también ocurría en 1616, un espacio destacado. Y don Quijote sabe distinguir muy bien, como es deseable, entre el enemigo, lo que en su léxico cervantino era "la morisma", y el amigo, el inmigrante que quiere vivir en paz en una sociedad más justa, donde se respeten su religión y sus costumbres.
En la duda entre la realidad y la ficción del caballero andante se llega al capítulo último, en el que se decidirá la interpretación de la novela. Aquí entra de lleno el lector, puesto que a él compete, en exclusiva, determinar qué final prefiere. ¿Fue efectivamente el Ingenioso Hidalgo quien recorrió durante cien días, con su fiel Sancho, los caminos de España o cabe otra explicación? ¿No será que Merlín juega nuevamente con nosotros? Dé cada uno su respuesta.

De libros se habla también en otras páginas de este cuaderno, por ejemplo en estos enlaces: 

De libros perdidos y recobrados: la colección Foulché-Delbosc.
Robar libros en tiempos de herejes.

Y de Cervantes y el islam en:

Identidades árabes y musulmanas en la obra de Miguel de Cervantes.