Friday, April 29, 2011

Hijo del mestizaje






Jueves, 28 de Abril de 2011 21:30   







Hijo del mestizaje

Por Francisco A. Marcos Marín*
http://fmarcosmarin.blogspot.com/

El poeta chileno Gonzalo Rojas, Premio Cervantes de Literatura 2003, falleció hoy a los 93 años tras permanecer en estado de extrema gravedad durante más de dos meses debido a un accidente cerebrovascular, según ha informado su familia.

El 25 de abril de 2011 las agencias de prensa divulgaban esta noticia, no por esperada menos conmovedora. Los lectores en español perdíamos a otro de nuestros grandes poetas, un hombre que, poco antes de la ceremonia de recepción del premio que se considera el Nobel del español, el año 2004, había declarado en el diario español ABC: “Debo andar con el seso vivo y fresco; creo en la lozanía y no en el asco de la decrepitud”.

Poeta chileno nacido en Lebú, Arauco, en 1917. Estudió Derecho y Literatura en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Posteriormente trabajó en el instituto Barros Arana y en las minas de Atacama, en las que se dedicó a la alfabetización de los trabajadores. Perteneció al grupo surrealista reunido en torno a la Revista Mandrágora, 1938 - 1943. Fue profesor de Estética Literaria y Jefe del Departamento de Castellano en la Universidad de Concepción. Ejerció la docencia en Utah, (EUA), Alemania y Venezuela. Organizó a partir de 1958 los Congresos de Escritores en Concepción, donde congregó a lo más selecto de la literatura latinoamericana. Fue diplomático en China y Cuba. Tuvo numerosos premios.

Los resúmenes biográficos pueden ser, sin quererlo, extremadamente crueles. La información plana que acabamos de leer parece decirnos todo y, en realidad, nos dice bien poco. Poco en el plano biográfico, donde no nos permite imaginar lo que tuvo que suponer, en la Habana, saberse perseguido y declarado enemigo de su país por el régimen que había derrocado al que él representaba y verse condenado al exilio. Nada en el plano de la escritura. ¿Qué quiere decir un poeta, qué busca, por qué escribe? Nuestro autor buscaba la justicia con la música de las palabras. La muerte de su padre en la mina, un accidente de grisú, le enseñó más que todos los manifiestos. Como él decía, en la miseria del hombre “está el protoplasma de todo ese tejido, esa urdimbre que he venido construyendo poco a poco”. El prodigio de la creación consiste, sin duda, en convertir la miseria en belleza y, para ello, se procede desde la aproximación a las circunstancias de la vida.

“La poesía se hace, como decía Goethe, desde una circunstancia que uno va trasladando, juega con ella y por ahí sale, pues, la palabra que parece que está viva. Y la aproximación es difícil. Y no es cosa de teorías ni de nada, porque un niño puede ser un poeta virtualmente y lo es: en él prevalece la imaginación, que es lo que le podan a uno a corto plazo. En él prevalece el amor en el sentido grande; en él prevalece la libertad (los chiquitos son libres) y eso es protoplasma del ejercicio poético”.

Rubén Darío decía que él había conocido el horror de la vida y el éxtasis de la vida. Hacer vivir a las palabras para aproximarse a la circunstancia humana, entre los dos extremos. Ése es el reto de la creación poética. Partir del lenguaje, modelarlo, hasta convertir las palabras en ritmo, llevarlas al límite: “Yo hago poesía hasta un límite y con un riesgo incluido. Un riesgo de todo”. Su recitado en la entrega del Premio Cervantes, silbando las palabras, fue un ejercicio de musicalidad, de poesía que, como dijo en la Residencia de Estudiantes, hay que escuchar primero, para concretar su “ritmicidad”. Crear desde el instrumento de la lengua, de una lengua que es capaz de contener diversas culturas, porque el hombre no se comprende más que desde la mezcla, en un mensaje que, desde América, tiene profundas resonancias:

“Yo pienso, por ejemplo, en el predominio fuerte, por las armas también, de los españoles sobre aquellos países que se llaman América: ¡Claro que hubo crueldad, pero también hubo una maravilla que se llama el mestizaje cultural! Yo soy hijo del mestizaje. Yo no podría decir que mi pensamiento sea un exponente de lo absolutamente aborigen. No es así. Todos somos mestizos”.

Con su gorra de marinero, símbolo de su viaje, que lució incluso con el chaqué en la entrega del gran premio, Gonzalo Rojas sabe ahora la respuesta a la más profunda de sus preguntas:

¿Qué se ama cuando se ama?

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida 
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué 
es eso: ¿amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, 
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer 
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo, 
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces 
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra 
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar 
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una, 
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

*The University of Texas at San Antonio

Publicado en El Frente, Bucaramanga, Colombia.