Cita de una imagen según la MLA |
2013 no fue un buen año para las
lenguas modernas, en general, en los Estados Unidos. La cifra de 1.562.179
matriculados en 2013 sigue siendo impresionante; pero refleja un descenso del
6,7% en relación a los 1.673.543 de 2009, que corta el ascenso creciente (salvo
en 1995) de estos estudios. Hay que atender a la observación de que 2013 fue el
segundo año consecutivo de descenso de matrículas en la enseñanza superior.
Ingreso de Gregorio Salvador en la RAE |
Por primera vez, desde que la MLA inició sus
encuestas en 1958, han caído las matrículas de español, en términos absolutos y
relativos. Sigue siendo la lengua más estudiada, más que todas las otras
lenguas combinadas, desde 1995; pero la diferencia es cada vez menor. En 1998
eran 111.858 más los estudiantes de español que los de todas las otras lenguas;
en 2002, bajaron a 94.623; en 2006, a 68.473; en 2009, a 48.473; y en 2013, a
19.333.
La contradicción entre el crecimiento de
hispanohablantes y el descenso en las matrículas se observa con mayor claridad
incluso en el estado de Tejas. Pese al crecimiento
constante de su población hispanohablante, que incluye también la reciente
inmigración de familias de empresarios mexicanos que escapan de la inseguridad,
y pese a la creación de nuevas universidades en centros de población amplia,
como Texas A&M en San Antonio, el descenso del interés por el estudio del
español en la educación superior tejana es más marcado todavía: 2002: 57.339;
2006: 62.313; 2009: 64.332; 2013: 57.411. En la escuela elemental hasta la
secundaria, se puede añadir, aunque estos datos no procedan del informe de la
MLA, el descenso es más marcado aún. De todos modos es interesante hacer notar
(datos del Observatorio del español de los Estados Unidos, Inc.), que mientras
que los distritos escolares de población hispana tradicional, en el sur de San
Antonio, cierran o reducen programas bilingües, el norte, la nueva zona de
inmigración de hispanohablantes con más recursos económicos, está abriendo o
planeando abrir nuevos programas bilingües. En la costa del Pacífico, vivero de
hispanohablantes, el descenso se sitúa ya por debajo de los datos de 2002, tras
el repunte del 2009: 2002: 123.146; 2006: 120.353; 2009: 126.464; 2013: 110.506.
Antes de señalar algunas de las causas y posibles
soluciones, parece oportuno referirse a qué otras lenguas están ganando espacio
en la educación superior estadounidense. Porque, nótese, no se trata de que
disminuya el interés por las lenguas (aunque sí lo haga el interés por los
estudios de literatura), sino de que se orienta de modo diverso. Los estudios
de latín, también incluidos en el ámbito de la MLA, un tanto paradójicamente,
que parecían seguir una línea ascendente, también la han perdido: 2002: 29.841;
2006: 32.164; 2009: 32.444; 2013: 27.192. Si bien se trata de cifras mínimas,
es interesante señalar la incidencia del descenso de los estudios de latín
medieval, cero en 2002, 144 en 2009, 12 en 2013. Esta curva afecta a la otra
lengua clásica, el griego, que también partía de cero, alcanzó 152 en 2009 y
bajó en 2013 a 33. Las lenguas clásicas occidentales, por tanto, no son las que
han atraído a esos alumnos perdidos. El hebreo bíblico sigue su progresión, muy
por delante del hebreo moderno. El árabe, que se había triplicado, de las
10.584 matrículas de 2002 a las 34.908 de 2009, sufre un descenso, hasta las
32.286. El francés, en 1968 la lengua más estudiada en los EUA, sigue por
debajo de los niveles de 1995, el alemán también, mientras que el italiano
supera los de 2002, aunque desciende comparado con 2006 y su máxima de 2009. El
japonés supera los niveles de 2006, pero no los de 2009. Las lenguas que se
mantienen en crecimiento constante son el chino, con 61.055 matrículas, el
portugués, con 12.415, o el coreano, con 12.229, la lengua que más crece en
porcentaje, un 44,7%. De las lenguas no orales, la lengua de signos sigue
siendo muy solicitada por los alumnos, con un incremento del 19% entre 2009 y
2013. Sin duda influye en ello el crecimiento de los trabajos ofrecidos en esa
área.
La curva
decreciente del español es, por tanto, doble: por un lado hay un descenso de
alumnos y, por otro, hay un aumento mayor de los estudiantes que se matriculan
en otras lenguas. Para el primer punto puede buscarse una explicación en el
descenso de las matrículas en la educación superior norteamericana, para el
segundo no.