Cuando llega el Columbus Day, los amantes de la Historia empezamos a temblar. Nunca se sabe qué nueva muestra de ignorancia aportarán los desnortados habituales.
Para empezar, por supuesto, hay que felicitar a los
italianos por lo hábilmente que aprovecharon las consecuencias de la guerra hispano-norteamericana de 1898 para ocupar el lugar de España. No hay que felicitar a los gobiernos españoles por la desidia con la que (desprecian cuanto ignoran) han dejado que el papel fundamental de España en el Descubrimiento europeo, la formación de toda América y la Independencia de los Estados Unidos haya quedado en el olvido de las masas y que sólo unos cuantos estudiosos nos ocupemos de ello, lo menos posible, para no molestar.
En este momento de la Historia, en el que un 10% de vociferantes se impone a un 90% de cobardes, es preciso recordar a la gente que lo que distingue a los seres humanos es la razón. Que las cosas no son
per umbilicos, vamos.
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Numancia: Alejo Vera Estaca (1880) |
Asistimos, sin saber si reír o llorar, al desconcertante espectáculo de un concejal (¿cómo no iba a ser un político?) que se opone a dar a una calle de su pueblo del sur de España un nombre de la conquista americana y en cambio sugiere que se use una referencia a la villa romana local, porque su mente no llega hasta la conquista romana de Hispania. ¿Qué se pensaría si los españoles, aprovechando cualquier viaje a la Ciudad Eterna, se plantaran con una pancarta ante el Parlamento Italiano, para pedir cuentas del "genocidio romano"? No parece que estemos muy lejos de esa locura o ridiculez.
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Don Pedro Pablo Abarca de Bolea. Conde de Aranda. |
Como dice uno de mis sabios amigos, no se trata de maldad, es sólo debilidad e ignorancia. Se ignora que el Conde de Aranda y Benjamín Franklin acordaron la financiación inicial de los revolucionarios norteamericanos o que los marinos españoles, dirigidos por Bernardo de Gálvez, ganaron la guerra en el mar a los ingleses. Se ignora que el oro extraído en América en todo el tiempo de los Reinos de Indias es el equivalente de la extracción de un año actualmente y la plata de la extracción de cuatro años. Claro, se escribe sin tener ni idea ni de economía ni de la evolución de las técnicas. También se ignora que las Indias Occidentales (llamadas así porque Colón nunca supo que se trataba de un continente nuevo) eran reinos, con sus virreyes y el Consejo de Indias, y no colonias.
Otras cosas son de incultura general, por ejemplo la calumnia del "bioterrorismo". Hasta los trabajos de Louis Pasteur (1822-1895) y otros beneméritos investigadores, que consiguieron demostrar que las enfermedades se transmitían por microbios, la "ciencia" daba por cierto que eran los aires los causantes y responsables. No había modo de saber qué causaba las terribles epidemias que afectaron a gran parte de la población indígena de América, como afectaban a la de los otros continentes. Es decir, era imposible que a alguien se le ocurriera un modo de provocar la viruela o cualquier otra enfermedad en una población, cuando se ignoraba el principio básico de su transmisión. Por eso fue tan terrible la propagación, porque las enfermedades eran llevadas, sin saberlo, por los propios indios, de un lugar a otro, a donde nunca había habido europeos. El estado de la ciencia no permitía prevenir la difusión ni evitarla, tampoco existían las vacunas, una idea que implicó una lucha tremenda contra el estamento médico del siglo XIX (diecinueve), que repudiaba esos métodos.
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Doña Isabel la Católica dictando su testamento. Oleo sobre lienzo. 2,90 x 4 m. Eduardo Rosales/Roma 1864 |
La lista de ignorancias graves incluye el testamento de Isabel la Católica, las Leyes de Indias, la constante vigilancia de la Corona, el papel de los misioneros en defensa de los indios, contra los encomenderos. Por supuesto que había quien se saltaba las leyes; pero era duramente castigado, si era atrapado. Naturalmente que nuestra concepción actual de la misión cristiana no es la de hace seis, o dos, siglos, como entonces tampoco podían tener la nuestra. Claro que esa ignorancia ha sido favorecida por el mito de la independencia de América Latina. Los independentistas, temerosos de que se repitiera lo ocurrido en Haití, no dieron armas a los negros y, en cuanto a los indios, la mayoría lucharon con las tropas reales, frente a los insurrectos. Tampoco se dice que han muerto más indios y han dejado de usarse más lenguas después de la Independencia que entre 1492 y 1820. Cuando se produce la independencia, sólo un tercio de la población de las Indias hablaba español. Pero los gobiernos independentistas se cuidaron de introducir en sus planes educativos la idea de que la independencia había liberado a los indios. Lo que había hecho era desprotegerlos, dejándolos sin sus leyes.
Argentina del centro y el sur, tras la independencia, por ejemplo. Y en Cuba, desde luego, el sistema de castas cambió a los indios por los negros.
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Emiliano Zapata por Diego Rivera |
Pregúntese a cualquier historiador indigenista serio qué ocurrió con las tierras tras la Independencia, qué quería y no logró Emiliano Zapata. Pregúntese a cualquier latinoamericano a qué tribu pertenece. El sutil sistema de castas del virreinato permanece y se filtra hasta los últimos aspectos de la vida cotidiana en la América Latina de hoy, salvo en las zonas donde no quedaron indios: Cuba, durante la conquista, y la Argentina.
Y es que no se arregla nada con buscar permanentemente culpables de lo que hoy no se sabe hacer funcionar. No se puede vivir desviviéndose, como repetía mi maestro Américo Castro. Hay que tener perspectiva histórica. Algo muy difícil de enseñar, como sabemos los profesores de Historia de la Lengua.
La niebla de la ignorancia cubre hasta los aspectos más cotidianos. Hay que cansarse de oír qué sería de Europa o del mundo sin la papa, o que el tomate y el chocolate existen por América.
El movimiento de plantas y animales entre los continentes, espectacular, no es muy favorable a América, como se quiere hacer creer. Cualquier platillo típico mexicano, que es lo que tengo más cerca, contiene res, pollo o puerco, tres animales traídos por los europeos. Además, no hay comida mexicana sin arroz, también traído por los europeos, como el pan. Prefiero las tortillas de maíz; pero muchos mexicanos prefieren las de harina.
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Hippidion: caballito americano prehistórico. |
Y sin el caballo es impensable América. Quienes hablan de que había un caballo americano anterior a la conquista ignoran, por supuesto, que ese équido era algo más alto que una cabra, más pequeño que un asno (asnos, cabras y ovejas también fueron traídos por los europeos) y se extinguió hace ocho mil años.
Para concluir, aunque me vaya más el chocolate, seguro que muchos navegantes, de internet o de verdad, prefieren el café, que también fue traído por los europeos. Tengamos la fiesta en paz, con una buena taza, o una copa de vino, otro producto europeo originario. Tras la filoxera, llevada a Europa a fines del siglo XIX desde América, vides de Georgia, por cierto, las vides europeas enfermas y muertas fueron reemplazadas por vides americanas, herederas de las llevadas a California por los españoles.