Thursday, November 30, 2017

Buscar tres pies al gato para estar al loro en Lingüística externa


¿Por qué se dice película y no pelleja, buscarle tres pies al gato, saltar al campo y no entrar al campo, de dónde proceden alirón, estar al loro, de dónde viene la lengua de los vascos y por qué se llama vasco o vascuence, cuando los vascones originarios era celtíberos o qué relación hay entre genes y lenguas? Esas y otras muchas cuestiones variopintas, léxicas y semánticas, no se pueden responder con los métodos habituales de la lingüística o, dicho de otra manera, no responden a reglas de aplicación general o no se comprenden sólo por ellas, hace falta tener en cuenta otras consideraciones. Simplificando: junto a la Lingüística interna, que es esa Lingüística que se estudia regularmente, hay otra, la Lingüística externa, que depende de muchos factores y en la que, además, el usuario corriente representa un papel protagonista. Todo lo que se refiere a la lengua puede estudiarse como Lingüística interna, dentro del análisis de sus estructuras, o como Lingüística externa, teniendo en cuenta toda una serie de aspectos ajenos a estas estructuras, es decir, que no están dentro de los constructos fonético-fonológicos, morfo-sintácticos o semántico-léxicos.
La Lingüística interna se ocupa de las reglas de las distintas ciencias que forman parte de lo que se considera generalmente Lingüística: la Fonética (manifestaciones de los sonidos), la Fonología (clases de sonidos), la Morfología (unidades paradigmáticas, las que son intercambiables en el eje de las simultaneidades, es decir, se sustituyen, aparece una u otra), la Sintaxis (unidades sintagmáticas, combinables en el eje de las sucesiones, es decir, se siguen, aparece una detrás de otra), el Léxico (palabras y ciertas combinaciones de ellas) y la Semántica (unidades que dan forma al significado).
Por ejemplo, una serie de reglas explican por qué a partir del latín pelliculam se forma en español pelleja: como de callem [kal.lem en latín, con l geminada] se origina calle, con elle, de pell- se origina pell- y, del mismo modo que de oculum se origina ojo, de -iculam se produce -eja.
Eso, se puede pensar, es así, hay reglas para explicarlo y se puede uno fiar (sin excesos) de los lingüistas; pero cabe preguntarse entonces qué pasa con película, que también procede del latín pelliculam. Las explicaciones regulares de la Lingüística interna ya no sirven, es preciso acudir a la otra Lingüística, la externa.
Tradicionalmente se pensaba que el componente fundamental de la Lingüística externa era la Historia, todo se explicaba, más o menos, teniendo en cuenta las circunstancias históricas. Luego la Historia se fue ampliando a otras ciencias relacionadas, la Numismática, porque las monedas dan mucha información lingüística, la Antropología y la Etnología, porque las lenguas las hablan hombres y pueblos. Al mismo tiempo, la lengua se usa para construir ciertos tipos de textos, de manera que también se asociaron el Derecho, la Literatura y toda la escritura científica, porque todas esas ciencias o artes se basan y modifican la lengua. La Arqueología proporciona también información que puede ser relevante, a veces porque aporta materiales escritos en una lengua, otras porque ayuda a identificar movimientos de población asociados a lenguas.
El rio Deva en La Hermida
La Arqueología explica, por ejemplo, que los hablantes de vasco se establecieron en la Península Ibérica en el siglo VI d. JC, procedentes del norte de los Pirineos; pero no nos explica cómo se llamaban antes ni por qué pasaron a llamarse vascos o vascones, cuando los vascones eran un pueblo diferente, que estaba establecido en su territorio, Vasconia, mucho antes, que esos vascones antiguos eran de cultura celtíbera y posiblemente más hablantes de celta que de ibero. Así se concluye si se hace caso a la información sobre los grandes nombres de lugar o de los mayores ríos, que proporciona la Toponimia, o a los nombres de personas, que ofrece la Onomástica. La Informática se convierte en un tremendo aliado natural de los investigadores, porque permite manejar billones de datos en fracciones de segundo.
Se produce además el desarrollo espectacular de la Biología y de las Neurociencias. Los científicos empiezan a estudiar los restos arqueológicos con instrumentos biológicos y pueden analizar los genes. El genoma y el gen pasan a ser los términos de moda, serían como la lingüística interna de la vida. Surge rauda la pregunta: ¿se pueden correlacionar genes, pueblos y lenguas? La respuesta es un poco desalentadora, en parte sí y en parte no. La continuidad genética no implica continuidad lingüística: muchos hablantes de inglés, de francés, de español o de portugués en el continente americano pueden ser genéticamente indoamericanos y no hablar ninguna de las lenguas indoamericanas histórica y arqueológicamente documentadas en sus territorios. ¿Por qué no pudo ocurrir lo mismo en otros muchos sitios en diferentes momentos históricos? Un hablante de español en Oaxaca se llama mexicano por la extensión del nombre mexica, que no corresponde tampoco a su genética, algo similar ocurrió cuando los hablantes euskaldunes llegaron a Hispania en el siglo VI d. JC y conquistaron el territorio de los vascones que estaban allí: pasaron a llamarse 'vascones' y 'vascos', no se sabe cómo se llamaban antes, quizás algo relacionable con eusko.
La Lingüística externa tiene además otra peculiaridad, está mucho más cerca de los individuos. Los hablantes individuales son los que introducen las novedades en sus lenguas. Estas no son organismos vivos, son simples constructos, como nos dice la Lingüística interna; pero los hablantes viven, interactúan con la realidad, se aburren de las palabras usadas para cosas que quieren poner de relieve o diferenciar y toman otras nuevas de donde pueden, generalmente de otras lenguas, o las inventan.
Es un buen momento para volver a la película. La palabra pelleja está ya documentada en 1251-1285, en el Fuero de Úbeda. Seguramente es muy anterior. Película es algo más reciente; pero no muchísimo, existía ya en 1495, en la traducción anónima de la Cirugía Mayor del milanés Lanfranco (m. h. 1300), cuyo original estaba escrito en latín. El traductor era muy consciente de que pelleja en español ya no designaba lo mismo que pellicula en latín (donde era un diminutivo) así que adoptó y adaptó la palabra latina del original, recuperando el sentido de 'pellejito', 'piel muy fina', pero con una palabra nueva en español. El término prosperó en multitud de usos, desde la Medicina a la Minería.
Carlos Arniches
En 1907 Carlos Arniches y Enrique García Alvarez utilizaron la palabra con el valor cinematográfico, en La gente seria, un sainete lírico con música del maestro Serrano en el que además se incluía el célebre Tango del cine, en el cual, con una intención erótica que hoy parece tierna, se jugaba con la oscuridad, la peli-culí, culí y otros peligros del cinematógrafo.
Una procedencia culta se encuentra también en la frase buscarle tres pies al gato, que produce perplejidad en todas las personas (la mayoría) que ignoran que se trata de una broma de la Retórica. Un pie en Retórica, es una sílaba, la palabra gato, tiene dos sílabas, dos pies, por lo tanto. Obviamente el chiste está en la asociación con las cuatro patas del animal, por eso no falta quien corrija la frase originaria en "buscarle cinco pies al gato", pensando en cuadrúpedo. El corpus académico, por cierto, recoge un ejemplo de c. 1550, en los Coloquios de Palatino y Pinciano, de Juan Arce de Otárola.
El autor individual se disuelve con frecuencia en el colectivo y se crea un folclore lingüístico. La palabra viene de Folk / Volk 'pueblo' y lore, 'sabiduría popular', aunque el vocablo originario evita precisamente asociarse con sabiduría (wisdom) o con conocimiento (knowledge). No se trata necesariamente de ausencia de conocimiento, las expresiones se crean por alguna razón; pero luego se reinterpretan de muy diversas maneras, por distintas personas y aparecen esas versiones o etimologías populares, más o menos ingeniosas.
Pueden ponerse varios tipos de ejemplos, alguno ya tratado en cuadernos anteriores, como alirón, que parece difícil explicar como arabismo, como se ha intentado, cuando está documentada la existencia de la expresión inglesa all iron, "todo hierro", que cualquier desconocedor del inglés leería [alirón] y que indicaba la pureza de una extracción, por lo que comportaba una paga doble, con el júbilo consiguiente. No hay ejemplos antiguos de la palabra, ni otros sentidos. En Lingüística externa, no se olvide, todo puede pasar y en cualquier momento aparece el eslabón perdido. También existe la canción correspondiente, esta vez en el mundo del futbol, letra de Álvaro Retana y música del maestro Gaspar de Aquino, autores de otro famoso cuplé del momento, Batallón de modistillas. El del alirón lo estrenó La Marietina, María Fernández de Córdoba, en el Teatro Romea de Madrid, en 1912. Más tarde se le añadió una segunda letra, referida al Athletic, tras la actuación de Teresita Zazá en el Teatro Vizcaya de Bilbao. Por el momento, ni siquiera el Museo de la Minería del País Vasco, también en esa ciudad, que atendió amablemente mi petición, ha podido proporcionarme una fotografía del cartel de all iron; pero estoy seguro de que en alguna parte existe, porque entre mis recuerdos bilbaínos infantiles figura (si la imaginación no me ha traicionado con los años). Ojalá algún lector la tenga.
Del mismo mundo del futbol procede también la expresión saltar al campo, que se usa cuando los equipos salen al terreno de juego. Hay una explicación que, como tantas leyendas populares, resulta ingeniosa, la de que los campos de fútbol estaban rodeados por un foso pequeño, para evitar que los basureros llegaran con sus carros y echaran la basura en el terreno de juego. Los equipos tendrían que saltar así por encima de ese foso para llegar a la cancha. Es una explicación interesante y quizás tenga su parte de razón; pero los textos nos dicen que la expresión era anterior al futbol. En 1807, Manuel José Quintana, en sus Vidas de El Cid, Guzmán el Bueno, Roger de Lauria, el Príncipe de Viana y el Gran Capitán, utiliza la expresión saltar al campo en el sentido de llegar al terreno donde tenía lugar el combate. Saltar al campo de batalla desde una trinchera o equivalente tiene pleno sentido. Parece por tanto una expresión de origen militar extendida al deporte, como otras.
Y también puede que tenga origen militar la última de las expresiones de esta página (aunque espero continuar y anticipo una nota sobre el traído y llevado Black Friday o Viernes Negro, que pide paso). En esta línea de las reinterpretaciones folclóricas, de las que Black Friday da para mucho, a veces se superponen explicaciones que quizás no sean excluyentes, sino complementarias, por algo que ocurre con frecuencia en el cambio semántico, la reinterpretación de los objetos: un coche no era lo mismo en siglo XVII que hoy, por ejemplo.
Para la gente de mi generación, incluido este autor, estar al loro se interpretaba en relación con un supuesto nombre carcelario de un adminículo que mis alumnos actuales desconocen, la radio de transistores. Había un convencimiento general de que su origen se hallaba en que quien disponía de ese aparato (se supone que en la cárcel, según esta explicación) estaba pendiente de las noticias y por ello bien informado o, al menos, mejor que los demás. Estar al loro significaba y significa originariamente "estar pendiente de la información" y de ahí se pasa con frecuencia a un sentido derivado, "estar bien informado". Es oportuno recuperar el sentido originario, porque desde él se llega bien a un origen más antiguo y quizás más plausible: los soldados italianos que combatían con las tropas del general Franco en la guerra española de 1936-39 estaban pendientes de los aviones para distinguir los suyos de los republicanos. Cuando avistaban un avión republicano se avisaban gritando "sono loro" (son ellos). Si esta explicación es la verdadera, los soldados españoles asociaron ese loro con el ave de ese nombre en español (es el mismo fenómeno mental del pie silábico con la pata del gato) y estar al loro pasó a significar, primero, estar pendiente de la noticia sobre si se trataba de un avión enemigo y de ahí a su extensión a cualquier noticia. Se non è vero, è ben trovato.