Los días 5 y 6 de junio de 2015 se celebraron en Alcalá la Real (Jaén, España), los 10 Estudios de Frontera, en homenaje a Pedro Martínez Montávez. Presento aquí el resumen de mi contribución, "Las fronteras del latín africano", que será publicada, en su momento, en las Actas. La revista Hesperia, Culturas del Mediterráneo, que dirige María Jesús Viguera, incluye en su número 19, 2015 un artículo previo, titulado Notas sobre los bereberes, el afrorrománico y el romance andalusí.
Entre las personas a las que debo gratitud en vida
ocupa un lugar especial Pedro Martínez Montávez. Y cuando digo un lugar
especial no lo digo como tópico, sino por una razón objetiva: porque estoy
seguro de que tengo que darle las gracias por cosas que yo ni sé; pero que él
sabe bien. Y conste que ya no quiero saberlas. Me basta con agradecerlas. He venido
para decirlo y para ofrecerle una versión parcial de mi estudio sobre la parte
meridional de la frontera del latín de Occidente. Lo empecé, posiblemente
también sin saberlo, en el curso en el que tuve la oportunidad de asistir a sus
clases prácticas de árabe, 1964-65, en la Complutense, el primero de los varios cursos suyos que seguí, incluido el magnífico de doctorado sobre "Poesía árabe contemporánea". También tengo que agradecerle su ayuda en varias de mis primeras publicaciones, especialmente sobre Nizar Qabbani, el gran poeta sirio, a quien ambos admiramos y con quien él tuvo una gran amistad.
Reconstrucción virtual de Cartago |
Es la parte meridional la que nos ocupa hoy y en
ella trato de cómo se situó el latín en relación con el líbico-beréber y el
púnico. Marco mi distancia del mito colonial del beréber irredento y me empeño
en devolver a los Mauri, nuestros moros, su lugar en la romanización y su
pervivencia. Tengo mucho que agradecer a Yves Modéran y Juan Zozaya en esto;
pero la expansión romanística es puramente mía y asumo sus consecuencias. Por
supuesto mi gratitud se extiende a muchos más autores, debidamente citados en
el texto completo. Aporto datos suficientes (no meras hipótesis) para demostrar
que en 711 en el norte de África la generalidad de los hablantes usaba un
continuo bereber-latino, que contaba con muchos siglos de antigüedad y en el
que, como en todas las estructuras de ese tipo, la oscilación hacia el beréber
o hacia el latín dependía de las condiciones diglósicas, del conocimiento de
las lenguas por los hablantes, del contexto sociolingüístico y otros factores
conocidos que regulan la conmutación de códigos. Algunos, todos o casi todos
varones, hablaban árabe, la lengua introducida por los nuevos conquistadores.
Ese latín o afrorrománico del continuo, con el apoyo del cristianismo y en
parte de bizantinos e hispanorromanos, había sobrevivido a los vándalos y se
había mantenido en los Mauri, incluso en territorios militarmente abandonados
por Roma, como la Mauretania Tingitana. Abandonados por Roma, pero no por la
Romania.
Texto en ostracón |
Cuando, tras un difícil final del siglo VII marcado
por las conquistas, pérdidas y reconquistas de Cartago, el nuevo poder musulmán
se hubo consolidado en el Magreb y, en 711, se inició la conquista de Hispania,
era lingüísticamente imposible que se
hubiera producido la arabización de lo que habría de formar el grueso del
ejercito de conquista. Distintos autores, incluido quien firma, habían apuntado, sobre todo por
sentido común, que en un ejército compuesto por Mauri, tenía que haber un lugar
para el latín. Hoy sabemos que tenía que ser mucho más de un lugar. El latín
(en sus variantes afrorrománicas, naturalmente) era la lengua habitual de
muchos de ellos, tras muchos siglos de uso. No se trata simplemente de
elementos latinos en sus hablas bereberes, se trata de latín y romance.
Los datos aportados proceden de cuatro tipos de
fuentes, la Arqueología, en primer lugar, porque es el mejor conocimiento y el
hallazgo de nuevos datos el que nos permite dar este paso, la Historia, porque
también esta ciencia ofrece nuevos datos y nuevas interpretaciones, la
Lingüística, porque se habla de lenguas, cuyas estructuras, gramática y léxico,
hay que estudiar, y la Antropología, como Etnología, porque se estudia todo
ello en pueblos que han ido evolucionando y de los que conviene recobrar lo que
han conservado de su pasado, sin cometer el error tradicional de creer que ese
pasado se tiene que mantener sin modificaciones. El papel que esta Romania sumergida
bajo las lenguas que fueron ocupando el lugar del latín, esta Romania
Submersa , pudo tener en el origen de las hablas iberorrománicas se basa en
la aceptación y desarrollo de esta tesis, que mi aportación contribuye a
probar. Gracias por permitirme ofrecerla a quien merece mucho más.
Este texto forma parte de la serie dedicada a la Lingüística y sus mitos, que consta ya de:
Mitología de las lenguas en general, el mito biologicista,
Un mito etnolingüístico: la palabra moro,
a los que se podrían añadir:
¿Desciende la curva de los estudios de español en los EUA? (sobre algunos mitos del español de los Estados Unidos),
Lingüística y Pragmática,
Etimologías populares,
e incluso
Identidades árabes y musulmanas en la obra de Miguel de Cervantes.
Este texto forma parte de la serie dedicada a la Lingüística y sus mitos, que consta ya de:
Mitología de las lenguas en general, el mito biologicista,
Un mito etnolingüístico: la palabra moro,
a los que se podrían añadir:
¿Desciende la curva de los estudios de español en los EUA? (sobre algunos mitos del español de los Estados Unidos),
Lingüística y Pragmática,
Etimologías populares,
e incluso
Identidades árabes y musulmanas en la obra de Miguel de Cervantes.