Monday, August 11, 2025

El ala aleve del leve abanico

 ¿Desde cuándo hay abanicos? ¿Cómo evolucionaron y se llevaron por el mundo? ¿Tienen otros usos además de refrescar? ¿El ala aleve, traidora, es sólo una metáfora? Agosto, en el hemisferio norte, es un tiempo para descansar y defenderse del calor. Para ello sirve el abanico y por ello pausaremos los recuerdos de los maestros.

Unos tres mil años antes de Cristo había abanicos en Egipto. Eran grandes, rígidos, costosos símbolos de poder. Sus mangos estaban decorados con oro y marfil, y su hoja o país era de plumas, de avestruz, como en la imagen del abanico en la tumba de Tutankamón y en otras, además de en muchas representaciones. Aparecen generalmente manejados por sirvientes y, frecuentemente, tienen más aspecto de un servicio ceremonial que de protección contra el calor o los insectos. En China y Corea se documentan, desde el siglo III a. C. hasta el I d. C., abanicos rígidos, redondos o cuadrados, con armazón de bambú y seda, usados tanto por hombres como por mujeres en rituales y en la vida cotidiana. En Grecia y Roma se usaba en ceremonias religiosas un tipo rígido, muscarium o flabellum. En el mundo árabe e islámico, el abanico tradicional es rígido, de plumas o de piel suave.

 El abanico plegable parece tener su origen en Japón (扇子, sensu), quizás ya en el siglo V d.C., inspirado en las alas del murciélago, según se dice. Desde allí pasó a China en la época Tang (618-907 d.C.). Dice la leyenda que este tipo de abanico (折扇, zheshan) llegó a China desde el Japón alrededor del año 988 d.C., como un regalo diplomático del emperador japonés al emperador Song; pero la tradición china lo presenta como anterior. A Corea llegó en el período que da nombre al país, Goryeo (고려, 918–1392). Su introducción en Europa se produjo a través de las relaciones marítimas con España y Portugal, en las que desempeñó un papel destacado el Galeón de Manila, que conectaba Filipinas con Acapulco (México), donde se transfería la mercancía con destino a España.

Se difundió rápidamente por España, Italia y Francia con varillas de marfil, carey o nácar, y el país pintado a mano, es decir, como objeto de lujo. Desde allí se fue introduciendo en el resto de Europa. Los instrumentos eléctricos refrescantes han reducido su uso, pero mantiene su vigencia en España, en el uso diario, no sólo en el folclore, en el Japón, China y Corea, en las ceremonias y el teatro tradicional, y como valor cultural en el Asia no islámica.

El valor cultural del abanico se extiende a campos que no son tan fáciles de suponer. El más sencillo es quizás el que aparece en el verso de Rubén Darío del que se ha tomado el título para estas páginas. Recibe los nombres de lenguaje de Cupido o lenguaje del abanico y parece ser una posibilidad inherente al instrumento, porque se usó en China, en el Japón y luego en Europa. En China, el abanico amoroso aparece en poemas, pinturas y en el arte de la seducción de la corte. En el Japón, se integra también en el kabuki, el y la danza nihon buyō, donde cada gesto tiene un significado estético y emocional. En ambos países, regalar un abanico podía ser un gesto de compromiso amoroso, pero en el Japón había que evitar regalarlo en funerales, ya que podía simbolizar separación.

 Lenguaje amoroso con el abanico en China (折扇 zheshan / 团扇 tuanshan)

Gesto con el abanico

Significado

Sostenerlo delante del rostro, mostrando solo los ojos

Timidez, coquetería o interés oculto

Abanicar suavemente hacia la persona

Afecto, invitación a acercarse

Golpear el suelo o la mano con el abanico

Molestia o rechazo

Cerrar el abanico lentamente mientras se mira al otro

Reciprocidad de sentimientos

Ofrecer el abanico abierto como regalo

Declaración de amor

Colocar el abanico sobre los labios

Deseo de guardar un secreto (a menudo amoroso)


Lenguaje amoroso con el abanico en Japón ( sensu / 団扇 uchiwa)

Gesto con el abanico

Significado

Colocar el abanico cerrado sobre el corazón

Amor o admiración

Abrirlo lentamente mientras se mira al otro

Creciente interés o atracción

Tapar parcialmente el rostro con el abanico

Encanto, misterio, coquetería

Mostrar el reverso del abanico

Desacuerdo o rechazo cortés

Dejar caer el abanico suavemente

"Estoy disponible para el encuentro"

Usar el abanico para cubrir un susurro

Confidencia íntima



En la alta sociedad europea, cuando el abanico plegable se convirtió en parte de la moda femenina, se desarrolló un lenguaje propio del abanico, también conocido como campiología, desde el siglo XVIII: gestos codificados para transmitir mensajes románticos o secretos sin hablar. El abanico pasó así a ser más que un objeto funcional; se convirtió en parte del ritual amoroso y coqueto del cortejo, también representado en pinturas de artistas como Goya o Sorolla. Tuvo una parte de invención literaria y no llegó a convertirse en un código universal, pero alcanzó cierta extensión. Mis tías abuelas, las hermanas mayores de mi abuela paterna, Julia de Lanuza, lo usaron habitualmente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Mi abuela era más joven y ya no lo utilizaba; pero a veces hacía referencia a ello. Este uso como lenguaje contribuyó al mito y la seducción del objeto. El lenguaje del abanico es un conjunto de señales gestuales que tenían un significado específico según la posición, el movimiento o la forma de sostener el abanico. Aunque no existió un código estandarizado, estos son algunos de los gestos más citados:

  • Abanicarse rápidamente: “Estoy comprometida” o “te amo apasionadamente”
  • Abanicarse lentamente: “Estoy casada” o “me eres indiferente
  • Cerrar el abanico despacio: respuesta afirmativa (“Sí”)
  • Cerrar el abanico rápido o airadamente: respuesta negativa (“No”)
  • Apoyarlo contra la mejilla derecha: “Sí”
  • Apoyarlo contra la mejilla izquierda: “No”
  • Colocar el abanico cerca del corazón: “Te amo”
  • Esconder los ojos tras el abanico abierto: “Te quiero” o “sígueme cuando me vaya”
  • Cubrirse la oreja izquierda con el abanico abierto: “Guárdame un secreto”
  • Dejar caer el abanico al suelo: “Soy tuya” o “te pertenezco”
  • Apoyar el abanico medio abierto sobre los labios: “Bésame”
  • Golpear un objeto con el abanico cerrado: impaciencia o “escríbeme” según el contexto
  • Sujetar el abanico con ambas manos abiertas: “Olvídame”
  • Mostrar un número de varillas abiertas: indicar “la hora de la cita”

El abanico también se desarrolló como arma, por extraño que pueda parecer. En el Japón, los samuráis no solo usaban espadas y arcos, sino también abanicos de guerra llamados tessen (鉄扇, ‘abanico de hierro’), que eran tanto armas como símbolos de estatus y herramientas tácticas. También se encuentran en relatos algunos tessen que facilitaban la natación.  Permitía al samurái entrar en lugares donde las armas estaban prohibidas (palacios, recepciones) y seguir armado. Lo usaban también las damas de clase alta.

Hay dos clases de abanicos de guerra japoneses plegables y un tipo rígido. El tessen (鉄扇) es un abanico plegable con varillas de hierro o reforzadas con metal. Se usa para defensa y ataque y puede parecer un abanico normal. El gunsen (軍扇) es de madera y papel reforzado o metal ligero. Usados para refrescarse, llevados en el cinturón o pectoral, combinan utilidad y resistencia. Este tipo era el empleado para transmitir las órdenes de los oficiales en el campo de batalla. El tercer tipo, no plegable, era el abanico grande y rígido, gunbai (軍配), con mango, usado por los generales para protegerse del sol o para indicar movimientos a las tropas. El famoso samurái Minamoto no Yoshitsune (siglo XII) se representa en las crónicas con un gunbai para dar señales. Durante el periodo Edo (1603-1868), el tessen se popularizó como arma discreta para duelos o defensa personal, especialmente en entornos urbanos donde portar espada podía estar restringido.

El arte marcial del abanico de guerra es el Tessenjutsu, la escuela marcial dedicada al uso del tessen. Sus practicantes podían defenderse de ataques con espada, lanzar golpes que resultaban letales y dominar técnicas de bloqueo precisas. El arte se desarrolló entre las élites samurái con un alto grado de refinamiento. Las crónicas y leyendas relatan grandes hechos en los que el tessen tuvo un papel esencial. Minamoto no Yoshitsune derrotó al guerrero Benkei usando un abanico de hierro. En otro célebre episodio de la historia japonesa, Araki Murashige se salvó al detener puertas corredizas con su tessen cuando fue víctima de una emboscada de Oda Nobunaga. Tal vez el más célebre sea el acontenido en Kawanakajima (川中島, “isla entre ríos”). Era una zona estratégica en la actual prefectura de Nagano, situada entre los ríos Chikuma y Saigawa. Controlar esta región significaba dominar rutas comerciales y militares claves en el centro de Japón. Entre 1553 y 1564 se dieron cinco batallas. En la cuarta (1561) se enfrentaron directamente los jefes de los dos clanes. Takeda Shingen logró desviar el ataque de Uesugi Kenshin con un abanico de guerra.

En recreaciones modernas y arte histórico, el tessen aparece como un símbolo de ingenio: parece inofensivo, pero encierra una estructura reforzada capaz de neutralizar ataques o dar órdenes en el campo de batalla.

No era tan leve el abanico. Instrumento de la vida cotidiana elevado a otra dimensión por el amor y la guerra, muestra el riesgo inherente a lo que parece inocuo. Alcanza también una dimensión estética, en las representaciones de sus propias hojas y en su presencia en la obra de grandes pintores de Asia y Europa. Me animo por ello a despedirlo con un poema que quiere mantener un aire modernista:  

 

Bajo el abanico de nácar y sombra
Se esconde un suspiro, se escapa un temblor.
La mano que juega con brisa y con formas
Deshoja secretos al ritmo del sol.

Sus dedos lo agitan, lo cierran, lo abren,
Como quien conjura un hechizo sutil.
Y el aire que nace de su danza suave
Parece un perfume de amor infantil.

Mas no sabe el mundo que en esa caricia
Late un acero oculto, frío y mortal;
Que el gesto ligero, la curva ficticia,
Son parte de un arte secreto y letal.

¿Es dama que baila, o guerrera en vigilia?
¿Es risa burlona o dulce piedad?
En manos de reinas, de musas, de hijas,
El abanico es gracia… y es autoridad.

Escribe en el viento su verso rendido,
Como quien se rinde sin ver el puñal;
Porque bajo el ala de encaje y de olvido,
Se esconde el deseo… y el golpe final.

Kawanakajima, la historia se cuenta:
Kenshin descargó su filo inmortal,
Mas Shingen, sereno, sin ira violenta,
Alzó su abanico… y detuvo el metal.